Especial 2

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Durante muchos años siempre fui consiente de que a pesar de toda la atención y alabanzas que ambos recibíamos, la gente se inclinaba más por mi hermano. Por alguna razón, que a cierta edad renuncié en intentar entender, todos aman a Atsumu, todos lo elogian, todos lo eligen.

A mis cuatro años me causaba rabia y celos, y admito haber cometido una que otra travesura con el fin de llamar un poco la atención. A los ocho, cuando el volleyball ya había llegado a nuestras vidas, me esforcé en destacar en cada entrenamiento aunque sea un poco más que él. A los diez descubrí que la cocina era algo en lo que él apestaba y yo me lucía, y se convirtió en mi as bajo la manga. Ya a los doce me empezó a dar igual, no me lo cuestioné, intenté zanjar el tema en que simplemente unos nacen con ese Algo que los hace destacar sin importar qué, y así dejar el asunto un poco en el olvido.

Si bien en los partidos y en el día a día ambos captábamos miradas, y como dúo éramos cada vez más conocidos, mirándolo con cuidado era evidente que Atsumu tenía ese Algo que yo no, y a pesar de insistir en no buscar comprenderlo, como a todo adolescente, me surgieron inseguridades. Es que sólo hay que pensarlo "tengo a una copia mía justo a mi lado, pero él es mejor", pero creo que siempre supe disimularlo y tragarme el mal momento.

Pero si hay algo que hacía que me deje de interesar todo ese asunto de vivir bajo la sombra del bruto de mi hermano , aunque sea unas pocas horas al día, era ella. Porque aunque todos miraban a Atsumu, a mi no me importaba, no mientras Izume me mirara.

Le gustaba mucho mi comida, y verme cocinar. Se ve que apreciaba mis esfuerzos de entenderla cuando, con sus ojos iluminados de la emoción, me contaba sobre el último libro que estaba leyendo. Me preguntaba sobre mis entrenamientos, o me acompañaba a ver partidos, aun cuando todavía sospecho que tras años de vernos jugar, no termina de entender del todo el voley.

Izume siempre me miraba, ella era el mundo para mi, y yo el mundo para ella, y con eso me bastaba.

Siempre pienso en cómo desde muy pequeños me gustó. Al principios creí que era porque era de las pocas chicas con las que hablaba, o por lo amable que era conmigo, pero hasta el día de hoy pienso que es inevitable no enamorarse de una persona como ella.

Recuerdo particularmente cuando tenia doce, y a pesar de entrenar todos los días, mi gusto por la comida me jugó una nueva, y engordé unos kilos, que parado junto a mi hermano, eran notables. Era un pre adolescente y evidentemente aquello fue una inseguridad que duró muchos años. Pero fue en el momento en que ella me vio con los ojos con los que siempre me miraba, me sonrió con esa sonrisa que hasta hoy conserva y me tomo de la mano, que supe que no importaba Atsumu, ni quién era el preferido, no importaba mis carencias o inseguridades, solo me importaba que ella estuviera ahí. Solo importaba que Izume me mirada.

—¿Qué tienes Samu? Te veo raro.—Comentó mientras todavía sostenía mi mano.

Eran inicios de verano, y aquella camiseta que solía quedarme suelta se sentía ajustada y sofocante. Habíamos salido a tomar en helado en la ciudad, pero a penas caminamos unas cuadras rodeadas de más gente, me sentí ahogado y juzgado, como si a pesar de no tener a Tsumu a cien metros a la redonda todos esos desconocidos notaban que yo estaba gordo.

—N-no es nada, es solo el calor—Me excúseme mientras tironeaba de mi camiseta. Ella noto ese detalle, ella notaba todo.

Me sonrió y se apegó a mi quedando abrazada a mi brazo. Yo temblé. Sentí el miedo que ella notara lo evidente, que ella se diera cuenta.

—Te vez muy lindo hoy—Me tomó completamente desprevenido

Su intención era buena, pero me era inevitable no sentir que se burlaba en mi cara.—Basta Izume.—Musité con la cara roja y esquivando su mirada.

—Oh. Lo siento ¿Te hice sentir incómodo?—Habló en un tono más apagado—E-es que yo-....me gusta como te ves, te ves bien.

En ese momento me quedé callado, procesando aquello. Y a día de hoy recuerdo particularmente mucho este episodio, en especial cuando en los días de verano por la mañana, en los que duermo sin camiseta, me despierto con ella trazando con la yema de sus dedos las estrías en mi espalda u hombros, y en cuanto se percata de que me di cuenta me sonríe. Mi yo de doce no me creería que la chica que nos gusta se despierta a nuestro lado embelesada de lo que en su tiempo fue nuestra mayor inseguridad.

—No me importa que engordes o adelgaces, es más, te vez más grande, suena raro, pero me gusta—Opinó mientras se incorpora un poco para quedar sentada en la cama.

Me encogí de hombros restándole importancia.—Supongo que está bien—Reí dirigiéndole una mirada sugerente— es normal, ya no hago tanto deporte como antes.

—mnmh ¿Cuando fue la última vez que se juntaron a hacer un partido?

Hice memoria unos momentos. Solíamos reunirnos los que alguna vez fuimos jugadores del Inarizaki para hacer partidos amistosos. Naturalmente, al ser ya adultos con vidas hechas, esto no era muy habitual.

—Probablemente hace ya tres meses. Antes de que la temporada empiece.

Era loco, si lo pensaba, juntarnos a jugar torpes partidos amistosos con ex compañeros que ahora formaban el plantel de equipos de talle olímpico.


Nos quedamos recostados en la cama un buen tiempo más. Izume releía el boceto de libro que tenía que editar para esa semana y yo revisaba cosas del trabajo en mi celular.

Pero cómo no, empezar bien el día tranquilo junto a mi novia no era opción. Solté un gruñido de frustración, masajee mis sienes intentando disipar el enojo.

Izume a mi lado dejó lo que estaba leyendo y puso su atención en mi. Sin decirle nada le pasé mi celular par que lo vea ella misma.

—Pff-—Intentó aguantar una carcajada.

—"El lugar apesta, mala atención, comida fea y el dueño maltrata clientes, no recomiendo"—Leyó en voz alta.—Sabía que esa discusión con Atsumu de ayer no quedaría solo en un par de insultos, tenía que dejar una mala reseña de tu restaurante para desquitarse.—Dijo entre risas.

Suspiré.—Es la cuarta vez que lo hace.

Salí de la cama y me acerqué al armario en busca de una camiseta.

—Al menos es la única mala reseña, y probablemente el usuario "Atsumu Miya" lo delata y los clientes no le dan importancia—Habló ella aún desde la cama revisando otras reseñas.

—Como sea, iré a preparar el desayuno, porque ir a matar a mi hermano no es opción.

Caminé fuera de la habitación. Llegando a la cocina ya podía oír los pasos de Izume en el piso de arriba, que imitaba mi acción.

No pasó mucho hasta que estuvo detrás mío o desde la mesa de la cocina, hablando o viendo lo que hacía. Como cada mañana.

Los años seguían pasando, y aún así seguía llevando la rutina con Izume a mi lado. Podría ser a otra edad, en otra casa, con otro trabajo, otros amigos, hasta en otra linea temporal, pero ella seguía ahí.

Ahora hablaba de un viaje a Tokyo que tendría por trabajo en unos días, pero hace unos años me veía cocinar mientras hablaba con total entusiasmo sobre un libro que le regalaron. Ahora éramos una pareja "hecha y derecha" con nuestros trabajos y vida adulta en conjunto, pero hace unos años, yo era un inseguro adolescente perdidamente enamorado de ella, y ella, la chica que siempre me dio luz y me vió cuando nadie mas lo hacía.

Que loco los tiempos de la vida, porque solía escribir este fic siendo una adolescente en plena pandemia y ahora actualizado los especiales en mis descanso de almuerzo en el trabajo jeje.

Tenía este escrito desde hace más de un año, solo faltaba corregirlo.

Me gusta esto de los especiales, probablemente, si sigue teniendo apoyo siga, aunque todos ambientado en el timeskip xq siendo 100% sincera siendo yo """"adulta"""""no me nace ni me siento cómoda escribiendo sobre adolescentes jeje no se, aunque se me gustaría hace aunque sea uno de esos.

Gracias por leer, comentar y apoya este proyecto 🩷 y sepan que leo TODOS los comentarios, hasta en los que bardean a mi oc jajsjsj

Choose you; Miya Twins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora