París, dos años antes, diciembre
Benjamin consiguió el número de Mimi aquella misma noche; su número y un beso. Sin embargo, no respondió a sus llamadas durante más de una semana, y el joven llegó a creer que no volvería a verla.
Tal vez ella pensaba que ese beso maravilloso e impulsivo fue un error, y ahora no quería volver a verlo. Quizá la euforia del momento, el miedo, el nerviosismo, provocaron esa reacción.
Cuando le contó a Luka, su compañero de piso, lo ocurrido, se rio de él y le dijo que estaba loco por tentar así a la suerte. Decía que era afortunado por haberse llevado un beso y no una bofetada.
Benjamin empezó a plantearse que pudiera tener razón.
Los días eran largos, aburridos, y él empezó a adentrarse en el terreno de la apatía; un terreno peligroso que ya había visitado antes. Volvió a saltarse algunas clases, a faltar al trabajo, y a posponer obligaciones. Mientras tanto, empezó a echar de menos una sensación que apenas había experimentado durante unos minutos.
Se preguntaba por qué reír con Mimi parecía tan sencillo y llegó a creer que nunca lo descubriría. Sin embargo, una mañana mientras estaba en clase, ella lo llamó. No debería haber contestado, pero lo hizo. Salió corriendo de clase y descolgó.
Esa tarde quedaron para tomar café, aunque a ella no le gustara. Benjamin volvió a recordárselo, convencido: estaban destinados a estar juntos.
"Cuando entraste en ese callejón hiciste que nuestros caminos se cruzaran, y ya no se van a separar nunca".
Mimi fue inesperada. Todo en ella fue una maravillosa sorpresa; su carácter explosivo, su risa fácil y contagiosa, su impulsividad, el arrojo y la valentía que emanaban de ella...
Quizá, Mimi le habría aportado un soplo de aire fresco a otra persona, una brisa agradable y necesaria. A él, le había devuelto el oxígeno.
Empezaron a quedar más a menudo, a verse cada tarde que podían, mientras los besos aún conservaban el sabor de lo nuevo y electrizante. Y, entre beso y beso, comenzaron a conocerse mejor.
Ambos estaban en París estudiando periodismo. Benjamin creía que aquello también era parte del destino. Mimi estaba terminando su primer año de carrera. Él, estaba acabando el último.
Sin embargo, no podían ser más diferentes. A ella le gustaba el metal; él apenas toleraba las baladas de rock suave. Mimi amaba la comida rápida; Benjamin era vegano. La joven era adicta a la tinta; él no tenía un solo tatuaje. Cuanto más hablaban, más se daban cuenta de que había cientos de cosas que los separaban. Aun así, no dejaron de verse.
Cuando Benjamin se enteró de que ambos venían de la misma localidad del sur de Francia, volvió a insistir en que era el destino. Mimi rio, pero aquella vez no lo negó. Benjamin se dio cuenta de que algo en ella estaba cambiando; se estaba ablandando.
Sin ser conscientes, los dos empezaron a descubrirse despacio. Ella comprendió poco a poco que lo que necesitaba de aquella relación iba más allá de algo superficial. Benjamin supo desde el principio que lo que quería de Mimi era mucho más; él lo quería todo. Su risa, sus silencios, sus ausencias, su intensidad.
Ya habían pasado cuatro meses desde el atraco; cuatro meses en los que habían compartido besos y caricias, tardes enteras hablando sin parar y discusiones explosivas que desaparecían con la misma facilidad con la que habían llegado.
Aquella noche, al salir del cine, Mimi quiso subir a su apartamento antes de volver a casa. No era la primera vez que estaba allí, pero nunca se quedaba mucho tiempo.
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Siete semanas (Warmi, finalizada)
Fanfiction"Porque el cariño consiste en hacer cosas que no tienes por qué hacer para la persona a la que quieres" [Adaptación, AU]