—Benjamin se abrió las venas, pero eso no acabó con él. Se tragó un bote entero de antidepresivos. Eso fue lo que lo mató —dice Mimi, retorciéndose los dedos—. Supongo que esta parte de la historia ya la conoces. Todos en el pueblo la saben, pero yo quiero contártela, quiero decirlo en voz alta.
—Continúa —le pido.
—Llegó con vida al hospital. Estuvo allí dos días. Llegó incluso a estar consciente cuando la sedación de las pastillas disminuyó. — Suelta un suspiro terriblemente largo, pesado. Esto debe de ser muy duro para ella—. Pero las pastillas hicieron que le fallaran los riñones. Mi hermano me contó que se puso amarillo, y se le hinchó el abdomen. Lo llaman ictericia y distensión abdominal. Volvió a perder la conciencia y tuvieron que intubarlo de nuevo. Su cuerpo dejó de metabolizar la bilirrubina y sufrió lo que llaman una encefalopatía hepática.
Se me hace un nudo en el estómago.
—Sí, lo sé. Ni yo misma sé lo que estoy diciendo, pero esos términos, lo que le pasó... nunca se me olvidará, aunque no lo entienda —explica, y toma aire antes de continuar—. La bilirrubina traspasó la barrera hematoencefálica, que básicamente significa que le destrozó el cerebro, lo intoxicó, y ya no pudieron corregirlo. Después llegaron los trastornos de la coagulación, las hemorragias y el fallo renal. Luego, sufrió un fallo multiorgánico. Estaba en coma, y tuvieron que conectarlo a un ventilador. Ya no volvió a despertar.
—Mimi —le digo, bajito. Recuerdo algo que ha dicho antes—. ¿Lo encontraste tú?
Asiente y se muerde los labios.
Oh, Dios mío.
Fue ella quien lo encontró. Lo encontró en la bañera.
Pienso en lo que ocurrió en la posada, el terror de sus ojos, la ansiedad en sus manos buscándome. Se me parte el alma en mil pedazos.
—Si hubiera visto el bote de pastillas, se habrían dado cuenta mucho antes de lo que le pasaba.
—Oh, no, Mimi, no. No puedes hablar en serio. Era imposible que te dieses cuenta. Debías de estar histérica. No puedo ni imaginar cómo tuvo que resultar enfrentarse a algo así. No podías saberlo. Además, lo descubrieron en la ambulancia, ¿no? Antes no podrían haber hecho nada por él.
Se encoge de hombros.
—Mi cabeza sabe que no fue culpa mía. Mi corazón aún se resiste a creer que no pude hacer nada.
Me muero de ganas por abrazarla, estrecharla contra mí y acurrucarnos juntas bajo el edredón. Pero sé que debo dejarle acabar. Es importante que hable.
—El caso es que lo mataron las pastillas. Los riñones no podían limpiar lo que se metió en el cuerpo, y la bilirrubina sin filtrar que generó el fallo hepático intoxicó su cerebro. Antes de eso estuvo despierto, incluso habló un poco con su madre. —Hace una pausa, larga, intensa—. Yo no lo visité.
Baja la cabeza en cuanto lo dice, y vuelve a contemplar sus propios dedos; las palmas de las manos vueltas hacia arriba como si pudiese ver algo en ellas.
Joder. Se siente culpable. Se siente tremendamente culpable, y lo sé porque yo también me sentiría así. Pero no es justo. No es racional.
—Mimi... —empiezo, pero ella me interrumpe alzando una mano hacia mí. Aún no ha acabado.
—Me dijeron que fuera a verlo, pero estaba tan enfadada con él que no quise ir. Mi novio intentó quitarse la vida. Yo no entendía por qué. No entendía por qué había decidido que lo que él sentía en vida era más doloroso que lo que yo podría sentir en su muerte. No podía entender por qué se fue si me quería, y comprendí de golpe que no lo hacía. No lo suficiente —suelta atropelladamente, mientras las lágrimas comienzan a brotar—. Yo no era suficiente. Lo que teníamos no significaba un buen motivo por el que quedarse. No fui capaz de darle una felicidad que hiciera que mereciese la pena.

ESTÁS LEYENDO
Siete semanas (Warmi, finalizada)
Fanfiction"Porque el cariño consiste en hacer cosas que no tienes por qué hacer para la persona a la que quieres" [Adaptación, AU]