No me la quito de la cabeza.
No soy capaz de concentrarme en otra cosa que no sea Mimi.
Hace horas que se ha marchado a casa, pero mi sangre se sigue calentando cada vez que pienso en lo cerca que he estado de cometer una estupidez.
Por favor, si casi le pregunto si quería que siguiera subiendo mis manos... No quedaba más pierna por la que subir. Me abanico el rostro con los archivos que tengo en las manos y Matt interrumpe mis pensamientos.
—¿Te encuentras bien? No tienes buena cara.
—Hace mucho calor.
Matt enarca una ceja oscura; sabe que no hace calor, pero parece decidir que sea lo que sea lo que me ocurra, no es asunto suyo.
—Si te encuentras mal, vete a casa. Este trabajo no se puede hacer con medias tintas.
Con Abby siempre es igual. Nunca la deja entrenar si está enferma; el más mínimo gesto de resfriado es motivo para que la mande a casa. Dice que es mejor entrenar una hora a plena capacidad que tres a medio gas.
—Aún voy a quedarme un rato —respondo, volviendo a centrarme en las cuentas que tengo entre las manos.
Es cierto que quería meter más horas y, además, tengo que serenarme un poco antes de volver al piso. Así que continúo con mi trabajo, intento despejarme, y me regaño a mí misma cada vez que las largas piernas de Mimi vuelven a mi mente.
Quizá sí que me haga falta un descanso, pero un descanso muy largo; unas vacaciones. A veces, la oferta que me hizo Matt antes de empezar el verano suena tentadora en mi mente. Coger las botas, la mochila y perderme en algún pueblecito de Francia. Beber vino, comer croissants y pasarme el día perdida en algún rincón apartado.
Luego recuerdo a Mimi, sus piernas, el drama con Amanda, las facturas que tengo que pagar y mi pobre gato Mimo, que se quedaría solo, y vuelvo a la realidad.
Cuando regreso, ya es más de media tarde. La jornada de hoy ha sido larga y dura, y mucho más teniendo en cuenta que mi cabeza no estaba donde tenía que estar. Mimi está en casa, pero parece que acaba de volver de algún sitio. Su casco está sobre el sofá y su cazadora de cuero tirada sobre el respaldo. Enseguida, me doy cuenta de que no solo está la cazadora. También sus vaqueros, sus botas y... ¿eso son unas bragas?
—¿Mimi? —inquiero—. ¿Estás sola?
Sigo el rastro de ropa hasta su cuarto y, cuando encuentro la puerta abierta, me asomo dentro con prudencia.
—¿Con quién voy a estar? —pregunta.
Mimi está de pie en el centro de la habitación mientras gira sobre sí misma.
—¿No te parece una pasada? —me pregunta, divertida.
Lleva puesto un pantalón negro y ajustado, roto a la altura de las rodillas. Unas botas negras, una camiseta de Guns N' Roses, y una camisa oscura sin abotonar echada por encima.
Está tremenda, como siempre, pero no creo que esa sea la respuesta que espera.
—Te queda genial —le digo.
—Y esto no es lo mejor —comenta encantada, y se deshace de la camisa para arrojarla junto con el resto de ropa que hay tirada por el suelo.
Juraría que algo de lo que hay por ahí es mío; pero ahora estoy demasiado ocupada viendo cómo Mimi se desnuda como para que me importe que me haya robado ropa. Por mí, se puede quedar con mi armario entero. Le daré mi alma si se sigue quitando cosas.
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Siete semanas (Warmi, finalizada)
Fanfiction"Porque el cariño consiste en hacer cosas que no tienes por qué hacer para la persona a la que quieres" [Adaptación, AU]