Capítulo 11. Supervisor.

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—¡No cambias, ¿eh, Yoruichi?! —gritó una molesta Natsuki entrando a la sala.

—¿Por qué me dices eso? —preguntó Yoruichi llevándose una mano al pecho, actuando como si la hubieran ofendido, cosa que era completamente mentira.

Natsuki la apuntó con el dedo índice.

—¡No te hagas la que no sabe!

—No se le apunta a las personas...  —la regañó con una sonrisa ladina.

—¡Eso ahora no me importa!

Agitó sus brazos de arriba a abajo, con el ceño fruncido y apretando la mandíbula.

—No actúes tan infantil, ya eres toda una niña grande, compórtate como tal.

Burlona, la miró esperando divertida la reacción ajena.

—¡Tal vez yo sea una infantil, pero tú eres una tramposa! —dijo ya calmada y cruzada de brazos—. ¡En ni un momento mencionaste que era una carrera de ida y vuelta!

—Ah, te refieres a eso. —Soltó una gran carcajada—. Pensé que si lo había dicho.

—Desde que soy pequeña me haces estas cosas —dijo, inflando ambas de sus mejillas.

—¿Qué cosas? —Alzó una ceja, bastante curiosa.

—¡Éstas! Las que siempre me ponen como si fuera una tonta, y también me pones en ridículo frente a las personas.

—¿Ahora con quién te puse en ridículo?

—Con Urahara. —Lo señaló, cómo si fuese obvio.

—Cálmese, capitana Iwakura. Cambiando el tema, tengo algo para usted. —Se paró, para después salir de la habitación. Unos segundo después, volvió con un cuerpo falso en sus brazos—. Aquí tiene.

Y se lo extendió.

El Gigai tenía el mismo físico que Natsuki, sólo su ropa cambiaba. Tenía unos jeans color mezclilla, una polera que caía por un hombro de color celeste con detalles azules, y unas zapatillas negras.

Esta, un poco dudosa al principio, tomó el cuerpo que le ofreció Kisuke.

—Esto es un Gigai, ¿no? —dijo mientras lo examinaba con la vista.

—Exacto, es su Gigai. Sirve para que las personas vivas puedan verla, y también interactuar con ellas —explicó con su abanico frnete su boca.

—Pruébalo —dijo Yoruichi.

Natsuki puso de pie el Gigai, aún sosteniéndolo, y entró en él.

—¿Cómo se siente? —preguntó Urahara.

La chica movió las piernas, brazos y casi todo el cuerpo lentamente para acostumbrarse.

—Muy bien Urahara, gracias. —Sonrió, situando ambas manos en la cintura.

—De nada, capitana, también le tengo esto. —Le ofreció un recipiente de una alma modificada con una cabecita de gato en la punta—. Este es su Gikongan, se llama Kate, tiene la naturaleza de un gato. Con ella, podrá salir del Gigai —dijo, mientras que ella tomaba el recipiente.

—Vaya, ¿y cómo la saco?

—Apriete la cabeza de gato.

Natsuki hizo lo que le dijo. Al hacerlo, una pequeña bolita verde salió del recipiente.

—Tiene que tragarla para poder salir del Gigai.

—¿Tragarla? —preguntó, un tanto asustada.

La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora