Capítulo 3. Un nuevo escuadrón.

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—¿Quién sera el capitán? —se escuchó hablar a un Shinigami de la habitación.

—Yo oí por ahí que no es capitán, y que es mujer —le respondió una segunda voz.

—Espero que sea linda —habló la primera voz, con algo de picardía.

—¡Cállate, pervertido! —reclamó la segunda voz, la cuál pertenecía a una mujer.

Después, se escuchó un golpe por toda la sala.

—¡Ay! ¡No tenías por qué pegarme! —se quejó como todo un niño al recibir aquel golpe en su mejilla.

—Claro que si tenía, eres un completo pervertido —regañó la mujer.

—¿Qué quieres que haga? Es de nacimiento —respondió el hombre con un toque de orgullo.

—Tal vez seas pervertido, pero eres un completo fracaso haciendo tu trabajo como segador de almas... —habló con completa burla la mujer, dándole la espalda.

—¿¡Qué demonios dijiste!? —contestó, notoriamente molesto, el muchacho.

—Lo que oíste.

La shinigami giró un poco su cabeza, para mostrar su lengua al contrario.

—Tch... Ya verás, desgraciada.

Posó su diestra en la empuñadura de su espada, tratando de intimidar a la fémina.

—Ah, ¿sí? ¡Atrévete! —lo desafió, para nada intimidada, la muchacha.

Para comenzar, puso sus manos en la funda de su katana.

Todos los demás Shinigamis hicieron un círculo al rededor de las dos personas que iban a tener una pelea, algunos alentaban y otros solo miraban. Pero cuando ambas Zanpaku-tōs fueron desenvainadas, las puertas se abrieron de golpe.

—¿Qué mierda pasa aquí, ¡eh!? —se escuchó la voz de la nueva capitana entrando a la estancia.

Todos los presentes se giraron a la capitana que estaba en la puerta, junto a su teniente, quien era un chica mucho más alta que ella, con el cabello rubio y lacio hasta la cintura. Su traje en la parte de abajo era en forma de falda, haciendo notar sus piernas, con una especie de botas negras con unos detalles blancos que le llegaban a sus rodillas. Unos ojos celestes muy bonitos. Desde lo lejos se podía notar que era una chica muy tímida. Además, tenía unos grandes... atributos...

Nadie habló o movió un sólo músculo, estaban atemorizados, ya que la capitana los miraba con el ceño fruncido, pero luego de un rato lo suavizó y una leve sonrisa apareció en su rostro.

—Soy Iwakura Natsuki, la capitana de este escuadrón, un gusto. Y ella es la vice capitana, Tatsuno Hikari.

Ésta sólo se limitó a hacer una pequeña reverencia en forma de saludo.

—¡Capitana! —hablaron en coro, y con respeto, todos los Shinigamis, agachándose, y situando una rodilla contra el suelo, mientras que la otra pierna, la derecha, la doblaban, apoyando su brazo diestro en esta [N/A: La típica pose que hacen estando frente a uno de sus superiores.].

—Eh, eh, calmados todos —respondió algo avergonzada—. A mí no me gustan para nada las formalidades, así que prefiero que  sólo me digan Natsuki.

—¡Pero... capitana! —se escuchó que iba a reclamar una voz lejana a donde ella se encontraba.

—Ni peros, ni peras. Sólo Natsuki, punto final.

—¿Al menos podemos decirle Natsuki-sama? —preguntó un Shinigami que estaba frente suyo.

—Si se les hace mas cómodo... —Lo pensó por unos momentos, para después asentir con su cabeza—. De acuerdo —dijo, con una gran y radiante sonrisa.

Algunos de los hombres se sonrojaron ante este acto, pero el que anteriormente iba a tener una pequeña batalla, dio un paso al frente.

—¡Natsuki-sama! —llamó a la pequeña Shinigami.

—Dime —respondió la muchacha, sin perder la sonrisa.

El chico nuevamente se posicionó de rodillas.

—Me llamo Akatsuka Rikuto, el tercer al mando —se presentó, manteniendo la mirada fija en el suelo.

Era un chico mucho más alto que Natsuki, y un poco más bajo que el capitán Komamura. Tenía el pelo castaño y largo, pero no tanto como Ichigo Kurosaki, unos bonitos ojos de color esmeralda y de apariencia fuerte e inteligente. Vestía la típica ropa de los shinigamis.

—Oh, ya veo —susurró para sí misma Natsuki, colocando una mano en su mentón—. Eh... Ya que eres el tercer al mando, ¿podrías enseñarnos a mí y a Hikari el lugar? —preguntó un tanto apenada, rascando levemente su nuca con la mano que anteriormente se encontraba en su mentón.

—Por supuesto que sí, Natsuki-sama —respondió Rikuto, con una ligera sonrisa. Luego, incorporó su cuerpo—. Por favor, síganme —pidió, de la manera más amable posible.

Y así, salió de aquella habitación, seguido de las dos chicas.

—Qué suerte tiene ese Rikuto... —hablaban celosos varios hombres en la sala.

Otros sólo maldecían en voz baja, y las mujeres hablaban entre ellas ignorando a los jóvenes, pero la chica que estaba hablando con Rikuto antes, estaba pensativa apoyada en una pared.

—Tsk... ese Rikuto... ¡es un idiota! ¿Por que siento enojo hacia él, solo por que la trató amablemente? Qué estoy pensando... él es su subordinado, ¡tiene que tratarla así...! —pensó confundida la chica.

—¡Akiake-san! Ven un momento —pidieron por otra parte de la sala.

—¡Voy! —dijo, para después encaminarse al lugar.

Akaike Yoshioka, así se llamaba aquella chica.

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La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora