Capítulo 2. Reencuentro.

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—¡Rukia! —Un grito resonó por todo el lugar, llamando a la pequeña Kuchiki.

—¿Uh?

La pequeña aludida, al escuchar su nombre no hizo más que observar hacia todas direcciones, buscando al propietario de aquella voz. Pero no vio a nadie.

—¡Hola, primita~! —saludó una alegre Natsuki, mientras que usaba el Shunpo para situarse frente a ella.

—¡Joder! —exclamó ante el susto que le había ocasionado su prima—. ¿Eh? ¿Natsuki...? —preguntó.

No podía creer a quien tenía frente a ella. Su prima, a quien no veía hace muchos años, estaba parada frente a ella. Unas lágrimas no tardaron en asomarse por sus ojos.

—La mismísima, Rukia —aseguró, limpiando las lágrimas ajenas con sumo cuidado de los orbes ajenos.

De un momento a otro, Rukia se había lanzado a los brazos de la mayor, y claramente, la adversa respondió al abrazo.

—Tanto tiempo sin poder vernos, Rukia —susurró la capitana.

—Te extrañé muchísimo, Natsuki —confesó, de la misma manera.

Al escuchar aquellas palabras, no pudo evitar sonreír ampliamente.

—Pero, ¿qué haces aquí? —preguntó la pequeña Kuchiki.

Natsuki dio media vuelta, para que así pudiera contemplar su uniforme de capitana.

—¡Qué sorpresa! Eres la nueva Capitana de la que muchos hablaban —dijo sorprendida—. Sería lógico, eres perfecta para ese cargo.

—Bueno, gracias, Rukia.

Sonrió con sus labios pegados, mientras, inconscientemente, un tono rojizo teñía sus mejillas.

—¿Y por qué tu traje tiene esas... flamas? —preguntó algo dudosa, señalando las llamas que habían en su traje negro.

Efectivamente, en las partes de las muñecas, tobillos y cuello, habían unas flamas rojas con naranja bordadas.

—Es mi toque personal. El negro no me gusta tanto —dijo, realizando un pequeño puchero.

—Eres única, Natsuki —dijo, con clara admiración hacia su familiar.

—¡Claro! Como tú también lo eres. —Revolvió el cabello de la más baja—. Bueno, yo ya me voy, tengo que presentarme al nuevo escuadrón, sólo pasaba para poder saludarte.

—Oh, entiendo.

Agachó su rostro, claramente aquel era un acto de desilusión.

No quería separarse de su prima, no después de haberla conocido cuando la de mirada anaranjada estaba aislada.

—Eh, tranquila, Rukia. —Tomó su mentón, levantando éste, para que así la viese directamente a los ojos—. Ahora soy parte del SeiReiTei, podremos vernos más seguido —pausó, y como si le hubiera leído los pensamientos, prosiguió—. Y no me volverán a separar de ustedes.

—Tienes razón...

—Ya tengo que irme, si quieres, búscame después.

Para despedirse, la Iwakura envolvió el cuerpo de la menor en un abrazo, mientras que la contraria ejercía más fuerza a medida que pasaban los segundos, con miedo a alejarse de su querida prima.

—Por supuesto que lo haré, cuando esté libre.

Natsuki notó que Rukia no tenía planeado separarse de ella, así que, a regañadietas mentales, se separó de ella poco a poco.

—Adiós, primita.

Luego de despedirse, se fue rápidamente, utilizando el shunpo.

—Adiós, prima.

🔥❄️

—¿Matsumoto? —pregunto Tōshirō, entrando en su oficina.

Al entrar, notó a su vice capitana en un sillón, acostada, con una botella de sake en la mano vacía, durmiendo. También en la mesa habían otras botellas, iguales de vacías.

—Mhm... —se escuchó un pequeño quejido por parte de la peli naranja.

Hitsugaya respiró hondo, tratando de conservar la calma, y no desquitar la ira que apareció en su ser con Matsumoto, pero todos sabemos que no lo logró.

Sigilosamente se acercó, cuál animal a su presa, hacia a la muchacha, dispuesto a despertarla.

—¡Matsumoto! —gritó al lado del oído de su teniente.

Pero, la chica simplemente respondió a aquello con un leve ronquido.

—Como era de esperarse de ella —habló entre diente, irritado.

Dirigió su mirada al escritorio, en donde se encontraba todo el papeleo que le dijo a Rangiku que tenía que hacer, el cuál estaba todo tal y como él lo dejó: intacto y sin hacer. Eso era lo que se esperaba de la teniente.

—Esa Matsumoto...  —pensó, totalmente molesto por la falta de responsabilidad de su vice capitana—. Mejor me pongo a terminar esto rápido, así podre ir donde la nueva capitana... Natsuki, creo que se llamaba... A quién engaño, no se me podría olvidar ese bello nombre. —Al escucharse decir aquello, en voz alta, no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran se un color rojo, cosa que era muy extraño en él—. ¿¡Qué mierda estoy diciendo!? —Agitó su cabeza de un lado a otro para sacar aquel loco pensamiento que se apareció en su mente—. Concentrate, Tōshirō, no tienes tiempo para eso del amor.

Luego de dejarse esto bien en claro, se sentó en su silla, ordenó un poco el papeleo, y empezó a terminar [N/A: Sí, suena raro.] lo que le quedaba de éste.

Pero no supo que la vice capitana estaba despierta, y escuchó todo lo que habló. Abrió un ojo, para revisar lo que le alcanzaba su vista periférica, si su capitán estaba cerca de ella, cuando comprobó que no la podía ver, abrió ambos ojos, sin mover un sólo músculo, para no darse a notar.

—Oh, así que mi capitán se enamoró —canturreó en sus pensamientos—. Bueno, tengo que ayudarlo, eso haría una buena teniente, ¿no? ¡Ay, ya me lo imagino con esa chica! —Una sonrisa pícara apareció en su rostro con sólo imaginárselo—. ¿Cómo dijo que se llamaba? Natsuki, ¿cierto? Bueno, no importa, si logró enamorar a mi capitán, de seguro es linda, pero no lo comprobaré ahora, tengo una resaca del demonio. Descansaré un rato y luego me iré a presentar, y llevaré al capitán le guste o no lo idea...

Se removió en el sillón, acomodándose para seguir dumiendo. Acto seguido, volvió a cerrar sus ojos, entregándose a los brazos de Morfeo.

Ni el capitán ni su teniente se había percatado de la presencia de una pequeña shinigami que se encontraba en la puerta de la oficina, dispuesta a entrar, hasta que escuchó las palabras de Tōshirō, cosa que la hizo detenerse, para quedarse a espiar.

—¿Qué? ¿Shiro-chan está...? —pensó entristecida, para después salir del escuadrón, y dirigirse al suyo.

✎。

La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora