Sin previo aviso, un fuerte sonido resonó por todo el lugar, cosa que la hizo sobresaltarse. Se abrazó a sí misma; hacía demasiado frío en donde se encontraba. Donde sea que fuera.
─Capitán Aizen... ─murmuró con la voz quebrada.
Sus ojos comenzaron a nublarse a causa de las lágrimas, hasta que no pudo aguantar más y estas cayeron rodando por sus mejillas. Ambas manos fueron a parar a su rostro, cubriendo este mientras los sollozos nacían de su boca.
─¡Soy una tonta! ─habló con firmeza.
Se sentía desolada, como una tonta. ¿Acaso no aprendía? Aizen Sosuke ya había traicionado a la sociedad de almas, no debía confiar en él. Pero era tanta la cercanía hacia su ex capitán que no podía evitar tener aunque sea una pizca de esperanza de que todo fuera mentira, que nada había ocurrido y que todo volvería a la normalidad. Pero era demasiado bueno para ser verdad, y no quería aceptar la realidad.
─No digas eso, querida.
Aquella voz desconocida retumbó en sus oídos, cosa que la hizo estar alerta de un segundo a otro. Alzó su cabeza, examinando el lugar al mirar hacia todas partes, pero lo único que podía apreciar era la oscuridad.
─¿Quién está ahí? ─preguntó, intentando recuperar su valentía.
─Tranquila, no tengo órdenes de hacerte daño ─respondió la voz femenina.
Una vez terminada la oración, apareció frente a ella una persona, la cual no podía identificar debido a la oscuridad que había. Hinamori tensó su cuerpo. No tenía su Zanpaku-to para defenderse en caso de un ataque sorpresa, y el lugar en el que permanecía encerrada sus fuerzas eran débiles. Si intentaba algo, estaría muerta.
─¿Quién eres? ¡Dime! ─ordenó, mas le faltaba la firmeza en sus palabras.
La desconocida sonrió, seguido de una risa burlona. Se acercó a Momo, hasta el punto de estar a menos de un metro de ella. La shinigami, congelada en su lugar, lo único que pudo hacer fue fijarse detenidamente en los ojos ajenos, atemorizada de lo que podría ocurrirle.
La chica era casi de su misma estatura, tenía el cabello rojizo y unos ojos intimidantes de color café. Para su sorpresa tenía ropas de shinigami. Sonreía, con ambas manos apegadas a su cintura.
─Lo siento, pero eso no puedo decirlo ─respondió con los ojos cerrados y negando─. Es muy pronto para eso.
Otra risa. Momo frunció el ceño, extrañada. ¿Quién era? ¿Dónde estaba? ¿Qué iba a hacer con ella?
Permaneció en silencio. Sabía que perdería el tiempo si preguntaba alguna cosa. Se notaba que no tenía ánimos de responderle.
─Solo venía a ver... qué tal estabas.
🔥❄
─¡Ya bájame Yoruichi! ─reclamó Natsuki.
La morocha ni siquiera le dedicó una mirada. Lo único que hacía era seguir saltando de lado a lado para escapar de la pelea que se había formado entre los shinigamis y los desconocidos. Así mantendría a Natsuki sana y salva, además de no causarle estrés ni nada por el estilo, cosa que podría perjudicar a todos debido al fénix.
Natsuki apretó los dientes, mientras su rostro mostraba una faceta de enojo. Ya que no la bajaría por voluntad propia, decidió deshacerse del agarre de la mayor, para así terminar sobre el techo de una casa.
Yoruichi se detuvo de inmediato, un techo más adelante que ella. Rodó los ojos y se dio media vuelta para mirarla.
─¿Podrías hacerme caso una vez en tu vida, mocosa? ─preguntó mientras se cruzaba de brazos─. Es por tu propio bien que hago esto.
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La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)
Fanfiction«El fénix es un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de pico y garras fuertes. Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus ceni...