Capítulo 4. Química.

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—Y esta es su oficina, Natsuki-sama —dijo Rikuto, mientras abría una puerta.

—Oh... Es muy bonita. —Asombrada, la Capitana inspeccionó la habitación con su mirada.

Era una habitación espaciosa, con un escritorio a la izquierda. Al lado, otro escritorio, pero mas pequeño, donde había un computador. Frente al escritorio, al fondo, una mesa circular, con dos sillones grandes y dos chicos, con una alfombra muy grande abajo de éstos. Unos libreros llenos de todo tipo de libros, grandes y pequeños. Un estante con platos y tazas, junto con otras cosas para comer y hacer té. Una lampara al lado del escritorio, y varios papeles amontonados en columnas. Una especie de mini candelabro que colgaba del techo. Y por último, unos cuadros al lado de las ventanas que estaban al lado de los libreros, y detrás del escritorio.

—¿Todo esto es mío? —preguntó sorprendida, y con una gran sonrisa.

—Exacto, hasta el trabajo que hay en el escritorio —se burló con una risa.

Natsuki se limitó a lanzarse una mirada asesina. Éste, algo asustado, se ocultó tras su teniente. A la rubia le corrió una gota de sudor al estilo anime por la nuca.

—Vaya... mi primer día, y ya tengo toda ésta cantidad de trabajo —se quejó la capitana con un pequeño puchero.

—Lo lamento capitana. Bueno, teniente Tatsuno, ahora le mostrare su oficina. Por favor, acompañeme —pidió Rikuto a Hikari.

—Gracias, Rikuto —agradeció, con una tímida sonrisa.

—Con su permiso, Natsuki-sama —dijo Rikuto, para después salir con la Teniente tras de él de la oficina.

—Y aquí le veo una gran desventaja al gran cargo de ser capitana: el trabajo. —Suspiró pesadamente—. Mejor comienzo de inmediato, así termino pronto. Veamos, ¿qué tenemos aquí? —se preguntó a sí misma en un susurro, sentándose en la silla y tomando una de cuatro columnas de papeles.

🔥❄️

—Hum... qué buena siesta —dijo la teniente Matsumoto en un bostezo, estirándose y sentándose en el sillón.

—¡Matsumoto! —gritó su capitán desde el escritorio.

—¡Uah! —gritó asustada—. Capitán... —tartamudeó atemorizada, mientras observaba la cara de enojo de Tōshirō.

—¿Por qué cuando llegué todo esto estaba sin terminar? —preguntó con un aura negra emanando de su cuerpo.

—Porque... ¿es suyo y yo no tenía que hacerlo? —preguntó insegura, cerrando los ojos, preparándose para un posible regaño ante esa respuesta.

—¡Matsumoto! ¡¿Podrías ser más responsable?!

Tal como ella se lo esperaba, le regañó a gritos el capitán, con una cara de pocos amigos.

—Perdóneme capitán... Pero la resaca me tenía muy mal y no podía trabajar —excusó con las manos juntas en frente de su cara.

—Tch, excusa barata.

Le dio un pequeño tic en el ojo izquierdo, susurrando aquello entre dientes.

—Cambiando de tema... ¿cómo le fue en la reunión?

Trató de escapar del lío en el que se había metido, apoyando sus rodillas en el sillón, y mirando al capitán.

—No es de tu incumbencia Matsumoto —respondió aún molesto.

—Vamos capitán, ¡no sea malo! —pidió, haciendo un puchero.

Al escuchar la insistencia de la pelinaranja, no tuvo otra opción que contarle lo sucedido, ya que sabía más que nadie que no lo iba a dejar en paz hasta que le contara. Soltó con brusquedad los papeles en su escritorio.

La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora