Capítulo 21. Información.

936 76 7
                                    

Observaba a cada uno de los presentes, sin saber por qué estaban con ellos, ni por qué estaban ahí, en lugar de estar en la sociedad de almas.

—¿Qué hacen aquí?

Pareciera que Ichigo le hubiera leído la mente.

—¡Información clasificada! —respondió sin más la shinigami.

—¡¿Es información clasificada que estén en —resaltó las palabras—: mí casa?! —preguntó con un tono de enojo.

—Ay, vamos, Ichigo —dijo Rangiku, acercándose al susodicho con un puchero en su labio—, ¿acaso te molesta que esté aquí?

Los actos provocativos que hacía tan apegada a él lograron que se le subieran los colores a la cara.

—¡Aléjate, Rangiku! —Fue lo único que logró decir ante sus repentinos nervios—. ¡Detesto que hagas eso, maldita sea!

—¿Qué hombre detesta que una mujer haga esto? —reclamó, juntando y apretando sus pechos—. ¿Y ustedes qué miran?

—Nada —respondieron al unísono los demás hombres presentes, un tanto sonrojados.

—Aquí la única persona que tiene derecho a observar con descaro es Natsuki —aclaró, ahora cerca de la nombrada.

—Te estás contradiciendo, Rangiku... —dijo, sin poder decir nada más por los nervios que también sentía.

El cuarto de Ichigo era tal y como lo recordaba del otro día; aunque era simple y pequeño, a la vez era reconfortante y agradable. Pero con Shūhei, Renji, Ikkaku e Izuru la habitación no se hacía tan espaciosa.

Resopló, todavía escuchando cómo todos los presentes seguían, y seguían, y seguían discutiendo, mientras que ella se mantenía sentada en la cama, dirigiendo su mirada fuera del cuarto, para así apreciar los árboles moviéndose por el viento, con unas cuantas hojas perdiendo un poco de su verdor, y el cielo completamente cubierto por las nubes. El cambio drástico de estación del año, de verano a otoño, se comenzaba a notar, y eso que solo habían transcurrido pocos días de otoño.

Pocos días. Pocos y aburridos días.

Desde la pequeña fiesta en la playa, la noticia de la teniente secuestrada y la extraña voz en su cabeza que le hablaba nada más había pasado. Ni un miserable hollow apareció para hacer destrozos en la ciudad, y eso significaba que no podía completar la (para ella) insignificante misión que se le había dado.

Frunció la nariz. También recordó a aquel muchacho con el que se tropezó luego de la fiesta en la playa, quien a simple vista se veía como un humano agradable, y también misterioso.

Pero además, otra persona llegó a su cabeza.

Luego de la repentina noticia de que la teniente fue secuestrada, y la charla que tuvieron en la playa, Tōshirō había desaparecido. Ichigo le había informado que luego de la fiesta él se había quedado a dormir, y que a la mañana siguiente la habitación estaba totalmente intacta, como si no se hubiera utilizado. E incluso la Sociedad de Almas trató de localizarlo, mas, fallaron en el intento.

Lo que más le enojaba era que su repentina desaparición también le afectaba a ella. Sin él, no tenía supervisor, y sin supervisor no podía completar su misión... dejando de lado también la falta de hollows esos días.

Tan sumergida estaba en sus pensamientos que no pudo notar dos grandes pechos asfixiándola mientras era abrazada.

—¡Rangiku! —logró articular.

—¡Oh! Lo siento —se disculpó, ya separándose.

—¡¿Por qué lo hiciste?!

—¡Estabas en las nubes mientras Rukia nos hablaba! Alguien tenía que bajarte de ahí. Y fui la única que se atrevió.

La nueva capitana (Toshiro Hitsugaya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora