Preparativos

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Habían pasado algunos días desde que Orfeo le había propuesto matrimonio a su amada, y el había empezado a organizar las cosas para su boda.

-Eurídice, llamo Orfeo a su prometida

-¿Si?

- Saldré un momento pequeña, ¿Está bien?

-Si claro, puedes ir.

Orfeo sonrió y se acercó a ella y la besó.

- Te amo, volveré lo más rápido que pueda

- Bien, hasta luego mi amor.

Orfeo sonrió otra vez, llevaba días diciéndole así y era algo que le encantaba así que no se opuso.

Orfeo salió y se dirigió a casa de Elisme ya que ahí estaba el traje que usaría para la boda y ya las invitaciones estaban hechas, le había mandado invitación a su madre y a algunos buenos amigos del pasado, sonrió por tercera vez este día al recordar todas las aventuras que habían vivido juntos, pero con el tiempo habían perdido contacto, pero realmente quería que vinieran a su boda para volver a hablar y quien sabe, quizás volver a ser amigos, pero algo le preocupaba un poco y es que Eurídice no había invitado a nadie así que pensó que quizás ella quisiera invitar a alguien a la boda.

- Me llevare algunas, dijo Orfeo a Elisme

- Esta bien, ya vete a casa, has dejado a Eurídice sola

- Bien gracias, dijo abrazando a la Ninfa, nos vemos.

Así que Orfeo se dirigió a a su casa encontrando a su amada durmiendo tranquilamente en su sofá y se acercó a ella y le besó.

- Despierta dormilona

- 5 minutos más, dijo Eurídice abriendo un ojo y volviendo rápidamente a cerrarlo

- Nada de eso pequeña si sigues así tendré que castigarte

- Pues me gustaría que lo hagas, pero tenemos cosas que hacer, ya me levanto

- Cuidado, que puedo tomarte la palabra.

- Dijimos que no haríamos nada hasta la boda, sabes que lo dije en broma.

Orfeo recordó que el mismo había dicho que no la tocaría de nuevo hasta la boda, y se maldijo mentalmente por eso.

- Ah está bien, mira ya he mandado las invitaciones y bueno tú no has invitado a nadie, acaso no conocías a nadie.

- Yo este si conocía a algunas Ninfas que vivían cerca mío y tenía amigas pero nose si quieran venir.

- Pues inténtalo quien sabe si de verdad quieren venir.

- Bueno está bien, dijo Eurídice y se sentó en la mesa a planificar a quien le mandaría las cartas.

Orfeo la miraba, no había notado lo bien que se veía con una blusa y unos vaqueros ya que era una blusa súper ajustada y de repente vio cómo ella mordió su labio mientras terminaba de escribir en una de las cartas.

- Mujer no hagas eso de nuevo o se me olvidara la promesa que hice de no tocarte hasta la boda.

Orfeo vio cómo Eurídice reía ante lo que había dicho sin duda estos días serían largos muy largos...

Orfeo y Eurídice: una historia de amor como las de antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora