CAPÍTULO 27

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Rian aún reía con ganas cuando salió del dormitorio, trotando escaleras abajo en dirección a la cocina, vestido tan solo con un pantalón negro y con su melena rubia cayéndole libre por los hombros.

Necesito tenerte bien alimentada para que continúes rindiendo al máximo en nuestra cama, gatita.”

Como respuesta, Jara había puesto los ojos en blanco y lanzado una toalla con fingido enfado directamente a su pecho, antes de desaparecer en el baño del dormitorio.

Tenía que reconocer que le excitaba al máximo ver el lado de insubordinación de su pequeña fierecilla, porque después, buscando su perdón, ronroneaba más mimosa que nunca en sus brazos.

Así que previendo el achaque de remordimiento de su hermosa Jara, le había pedido que fuera preparando un relajante baño para los dos en el jacuzzi mientras él preparaba algo rápido para comer… Quedaba más caballeroso decirle algo así, que confesarle que la pondría a ahorcajadas sobre sus caderas y la obligaría a montarlo mientras él se encargaba de acariciar y enjabonar centímetro a centímetro su ruborizada piel y sus deliciosas curvas.

Diablos. Se sentía duro de nuevo. Había transcurrido una semana desde que recuperara a su pequeña y la esclavizara sexualmente y su puñetero miembro no parecía estar dispuesto a darle tregua.

Aún ni siquiera atardecía ese día y ya la había poseído cinco veces, seis si sumaba la de hacía solo unos instantes, antes de que Jara lo utilizara como diana para su toalla, y siete, si contaba la que indudablemente ocurriría en la bañera en pocos minutos.

Regodeándose en lo que le esperaría cuando regresara de vuelta al dormitorio, casi creyó que no existirían maldiciones suficientes en el mundo para bramar hasta el cansancio, cuando nada más pisar la sala, se encontró con la altísima figura de un intruso, que obviamente no tenía ningún problema en allanar casas en las que no había sido invitado.

¡Maldito hijo de perra!

—Puesto que te has auto invitado y asaltado mi salón —comenzó diciendo Rian, cruzándose de brazos—, siéntete como en tu casa. Siento no ofrecerte alguna de las habitaciones desocupadas del piso de arriba, pero creo que estarás más cómodo durmiendo en el sofá o en la alfombra, ahora que Guanchi felizmente se ha ido de vacaciones a… —Se rascó la barba de varios días, pensativo, por último se encogió de hombros, y dijo—: A saber dónde puñetas se habrá ido el Scooby Doo.

El siempre hermético, calculador e impasible Ser vestido en su habitual y riguroso negro, se acercó a él lenta y descuidadamente, hasta ponerse casi a su altura. Medían prácticamente lo mismo, pero el inesperado intruso le sacaba algunos centímetros de más.

—Está con Laria.

—Y supongo que con la Nancy desequilibrada y tu ángelical mujer —arrastró la última palabra, encarándolo y con una mueca maliciosa en sus labios.

Altax entrecerró por un instante los ojos y estos por un segundo centellearon negros.

—Solo he venido a recordarte que te guste o no seguirás estando en mis filas. Luchando con mis Ánimas.

—Sé que mi belleza te deslumbra y te sientes intimidado por lo que te hago sentir —Se burló Rian—, pero si piensas que teniéndome en tu guardería harás que me lie contigo, desde ya te digo que los tíos no me van, y mucho menos los tíos toca pelotas como tú, mi Señor.

—¿Y, Jara? —se limitó a preguntar Altax, inalterado.

Rian enarcó una ceja y replicó despiadadamente:

—¿No te basta con tener una compañera e ir tirándote a medio planeta y parte de otros, sino que ahora también quieres a mi mujer? —Su tono se impregno de sarcasmo—. ¿Qué te has fumado en el club de Myron? Porque es evidente que al maldito bastardo le están vendiendo en El Purgatorio basura de la buena.

ÁNIMA SEDUCIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora