Nuestra penúltima parada, ya habíamos pasado por Palermo, Positano, Roma y Pisa. Nos faltaba por conocer Milán, el último destino.
Actualmente puedo decir que conocí un gran fragmento de Italia, aunque la mayor parte del viaje tuve que ser la traductora personal de Jaden, cosa que no me molestaba.
— Jaden siéntate — lo regañe por tercera vez sosteniéndome lo más fuerte que pude de ambos extremos de la góndola cuando sentí cómo está se zarandeó peligrosamente.
Al principio del paseo el gondolero nos había advertido que no podíamos hacer movimientos pesados al levantarnos porque la embarcación se podía voltear. Sin embargo parece que Jaden entendió todo lo contrario pues ya llevaba varias veces levantándose para bailar con la intención de asustarme.
— No pasa nada Moretti, ven, párate — extendió ambas manos hacia mi para que las tomara pero me negué rotundamente.
El río en el que estábamos era muy profundo y yo no era muy buena nadadora que digamos.
— Per favore, siediti — pronunció de nuevo el señor viendo a Jaden ahora con mala cara pidiéndole que se sentara.
— Non parlo italiano — le respondió el moreno lo mismo desde que nos montamos en esta cosa, a continuación tomó una botella de agua fingiendo que era un micrófono y comenzó a cantar.
Esas tres palabras fueron las únicas que aprendió cuando intente enseñarle lo básico y las llevaba diciendo todo el viaje en cualquier cosa.
— I would say "I love you in my life and death" — tarareó saltando de un lado a otro por toda la góndola —. If i had... — se detuvo de golpe volteando a verme —. If i had... — sus pasos se dirigieron lentamente a mi —. If i had... — se inclinó, me tomó de la barbilla con suavidad dejando nuestros labios a tan sólo unos centímetros —. Had one minute left.
Aprovecho el hecho de que estaba con la guardia baja, me jalo del brazo levantándome de sopetón y me agarro de las caderas para besarme.
Beso que nunca llego porque ese simple acto de brusquedad hizo que la góndola se volteara, haciéndonos caer al río junto al pobre gondolero.
Exprimía el borde de mi falda agradeciendo internamente que Jaden me cargo como koala hasta el primer muelle que encontramos para que no muriera ahogada. Así que mientras mi novio recogía nuestras cosas que flotaban en el río él señor de unos cincuenta años nos maldecía en italiano diciendo que no volvería a aceptar jóvenes tatuados hasta los pies en su góndola.
Intente secarme lo más que pude pero fue inútil por lo que una vez Jaden tenía nuestras pertinencias en sus brazos nos acercamos al italiano.
— Mi dispiace molto — me disculpe con toda la vergüenza del mundo al mismo tiempo que Jaden le dejaba veinte dólares en la mano al hombre en forma de disculpa.
Aún empapados tomamos nuestras cosas y salimos corriendo tomados de las manos con los gritos del señor aún escuchándose a lo lejos causándome un deja vu de nuestra primera cita.
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