Capítulo 70

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KAT

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KAT

Diez minutos después salgo y pongo rumbo a su casa nada más contarme que Ashley no quiere salir de la cama y que lleva así casi un día. No sé qué le pasa y tampoco me ha aclarado mucho por teléfono.

Trato de no apoyar mucho la mano lastimada en el volante y de camino allí me fijo que no me he puesto la férula y que debería haberlo hecho. Ya puedo oír con anticipo la reprimenda que me echaría Hans si me viera. A él no se le pasa ni una. Mientras yo soy un desastre. Él lo tiene todo bajo control. Me puse tan nerviosa con lo poco que me dijo Dash que solo me puse rápida unos vaqueros y una blusa para salir disparada y no me di cuenta de que me dejaba la férula.

Si Hans llega antes a casa y no me encuentra se va a poner nervioso porque no le gusta que salga sola. Si veo que me demoro mucho le enviaré un mensaje.

No paro de mirar como una frenética por el retrovisor con el estómago apretado. No veo que nadie me esté siguiendo y eso solo hace que relaje un poco mis hombros, pero no me fío, no me siento segura y reviso hasta tres veces que el coche tenga la seguridad automática. Asher se ha propuesto desestabilizarme y lo está consiguiendo. No tengo paz desde que me amenazó y vivo con el miedo metido en el cuerpo.

Sin ningún incidente, llego a casa de Dash y bajo del coche viendo como me abre la puerta.

Su cara no me gusta. Va vestido de traje, aunque sin chaqueta y no sé si viene de trabajar o va a salir.

—¿Sigue arriba? —señalo pasando por su lado para entrar.

—Sí —asiente con una voz cansada.

—Pero ¿qué le pasa? —quiero saber antes.

Hace una mueca como si eso le disgustara y se mesa el cabello.

—Le conté lo que tengo —me cuenta molesto con él mismo.

Arrugo el entrecejo y asiento sin tener que preguntarle más. Le hago un gesto de que no se preocupe, y subo arriba caminando por el pasillo hasta llegar a su puerta y abrirla. La habitación parece una verdadera penumbra con las cortinas echadas. Esto es peor de lo que esperaba.

—Ashley —miro el bulto de la cama y cierro la puerta.

Ella se mueve y se asoma por la colcha.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta con la voz quebrada.

—Dash me ha llamado —le explico acercándome.

—¡Por qué siempre se chiva! —chilla y mira la puerta como si deseara abrirla para ir a por él.

Voy hacia una de las ventanas y descorro la cortina permitiendo que un poco de luz alumbre la estancia.

—Se preocupa por ti —trato de calmarla.

—Estoy bien —me asegura.

Suspiro con pesar. Eso no es cierto. Tiene los ojos rojos, las ojeras más marcadas, el rostro hinchado, y no quiere salir de la cama. No. No está bien. Para nada.

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora