Capítulo 16

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KAT

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KAT


Me estremezco de solo pensar en ese beso y que él está esperando que yo ceda. Parece más fuerte que yo. No sé cómo tiene la capacidad para resistirse a besarme. Porque su lenguaje corporal, sus ojos, me gritan cuanto me desea. Rozo con más intención mi mejilla contra la suya y comienzo a girar la cabeza para que nuestras bocas se rindan al deseo. Pero me sobresalta oír un pitido incesante que retumba en la cocina y me agarro a Hans jadeando, haciendo desaparecer nuestro momento.

—¿Qué es eso? —pregunto asustada.

—Ha saltado la alarma del sensor de movimiento del exterior —se aparta y se desliza a un panel táctil que hay en la entrada de la cocina. Teclea algo y mira muy serio la pantalla—. Alguien ha entrado sin permiso en nuestro terreno.

—¿Puede ser un animal? —expreso inquieta.

Él me mira, vuelve hacia mí y besa mi frente. No. Ese no es el beso que quería.

—Quédate aquí. Voy a echar un vistazo —lo veo marcharse apresurado.

Y me deja allí en vilo.

Espero.

Espero.

Espero.

Y Hans no vuelve hasta diez minutos después. Lo veo entrar y su cara no me gusta.

—¿Qué ha pasado?

—Nada —sonríe, pero tenso—. Sólo era un animal.

—¿Seguro?

Asiente. Parece más serio e ido.

—Voy a darme una ducha —pasa por mi lado sin apenas mirarme.

—De acuerdo —susurro.

Lo veo irse hacia las escaleras como si algo estuviera consumiendo todos sus pensamientos. Me acerco a una de las ventanas del salón y miro hacia fuera, sobre la vegetación. Espero que no sea un depredador lo que detectó el sensor de movimiento y no se haya quedado dentro. En una de esas veces que he ido a mi terapia escuché que el año pasado un oso se acercó a Canmore y que el peligro no pasó a mayores, porque la protectora de animales de aquí se encargó de llevarlo de vuelta a su hogar.

Me froto el brazo, intranquila. Y le doy la espalda a la ventana para subir a mi habitación y prepararme para mi terapia. Cruzo los dedos para que esta sesión si pueda recordar algo a Hans.

****

Llevo un tiempo observando a mi familia, sentados en la mesa mientras comemos el postre. Estoy enojada conmigo misma. Hoy ha sido otra terapia fallida para recuperar los recuerdos perdidos con mi esposo. Lo miro mohína, fijándome en su sonrisa relajada y sincera mientras habla con su tío. ¿Por qué no puedo recordarlo? ¿Qué me pasa? El doctor Day dice que no me presione porque será mucho peor. Me ha sugerido lo de la hipnosis, pero no estoy segura. Me siento tan fuera de lugar, tan perdida. Y no sé si Hans podrá encontrarme a tiempo o se cansará de camino, porque terminará por comprender que su mujer ya no volverá a ser la misma. Ese pensamiento me aterra. Él me aseguró que me seguiría amando. Cierro los ojos con un estremecimiento cálido recorriéndome entera. No quiero que deje de luchar por mí, por nuestro matrimonio. Sé que mi lugar es al lado de Hans.

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora