Capítulo 39

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KAT

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KAT


Siento mis mejillas mojadas.

Me encuentro embotada por ese recuerdo.

Un recuerdo que ha desbordado mis emociones.

Me llevo una mano a la cara tocando con la yema de los dedos mis mejillas, y miro los dedos mojados. Y sonrío con los labios temblorosos.

Nuestra boda. Recordé nuestra boda.

Ya no hay un velo ocultándola, puedo ver todo sobre ese día. Cada fragmento nítido y claro. Puedo ver a Hans.

Siento la luz serpenteando por los senderos oscuros de mi mente. Aún es débil la luz, pero algo me dice que pronto brillará como el mismísimo sol y reinará sobre la oscuridad que oculta mis recuerdos.

Tengo ganas de llorar. Pero no son lágrimas amargas, sino de dicha.

Me llevo una mano al pecho y observo con los ojos húmedos a todas las personas que me rodean. Familias. Enamorados. Grupo de amigos. Y me doy cuenta. Todas esas personas escudan sus problemas para seguir sonriendo día tras día. Luchan y persisten en ser positivos. Lo hacen porque tienen a alguien que los apoya y les da la fortaleza que los mantiene en la superficie.

Mi fortaleza es Hans. Él es mi todo.

Yo era un barco flotando sin rumbo sobre aguas turbulentas. Y Hans llegó como mi marinero para reconducirme hasta nuestro puerto. Miro los anillos de mi dedo y pongo la mano contra mi pecho.

—Todo lo que necesito está aquí —me susurro y cierro los ojos—. Estoy siendo una cobarde irracional.

Lo único que voy a perder hoy es el dinero del billete de avión, porque es tarifa no reembolsable. Pero no me importa. Hans es de un valor incalculable que nada ni nadie puede competir con él. Tomo mi maleta y acelero los pasos, recuperándome del recuerdo que ha asolado mi mente para quedarse conmigo para siempre. Mi mundo caótico intenta empujar para reinar de nuevo, pero no se lo permito mandándolo bien lejos para que me deje en paz. Ese mundo es mi propio enemigo y yo misma voy a despedazarlo. Tengo que hacerlo para que Hans y yo tengamos una vida normal.

Paso de largo del mostrador donde debería facturar para poner rumbo a Hawaii. Pero donde voy a poner rumbo es de vuelta a Canmore.

Salgo fuera y me doy cuenta de que ahora está cayendo una suave llovizna. Acelerada, tomo mi móvil llamando a Ashley.

—Estaba a punto de llamarte —es lo que me dice rápidamente al descolgar.

Parece bastante enfadada.

—¿Para qué? —quiero saber al recordar nuestra última llamada esta mañana.

—Pues para decirte lo súper mal que me parece que te vayas. Sí. Sí. Ya sé que necesitas espacio, tienes miedo y que tu mundito de los cojones ha florecido —casi me río por esa descripción—. Pero no puedes dejar tirado así a Hans. Él te necesita y más ahora que...

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora