Capítulo extra: Mi némesis

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NATE


Argelia

Por encima de mi cabeza pasan dos helicópteros rumbo a la base más cercana de la SSO.

Esta misión está casi hecha. Solo falta ir a por la chica y será misión cumplida. Veintiocho millones que me embolsaré por el rescate de la hija del multimillonario Ben Gurke.

—Entro solo —les aviso a mi equipo para que no avancen mientras me quito el chaleco antibalas y las granadas de gas.

—No es buena idea —responde Leroy poniéndose receloso—. Puede quedar alguno vivo. Y puede estar dentro.

Nos hemos cargado a los violentos contrabandistas de esta pequeña aldea. Hay más de una docena de cuerpos en el suelo y los buitres pronto se darán un festín. No creo que en el edificio central me encuentre más sorpresas. Yo mismo le he quitado la vida al cabecilla rajándole el cuello, y la chica que secuestraron hace nueve días debe estar más que aterrada, encerrada en una habitación sin ventanas, vete tú a saber en qué condiciones.

El viento levanta la arena contra mi cara y suspiro frustrado. Ya me quiero largar de este país abrasador. Este lugar parece un infierno. Todo lo que rodea esta aldea es un completo desierto, coronado por montañas rocosas y dunas.

—Entro solo, quiero llevarme yo la gloria. Vosotros solo sois mis perros.

Mi frase les cae como una patada y me llevo la mirada poco amigable de todos.

—Eres un ególatra de mierda. Pero se te quiere —me dice Brutus con total sinceridad.

—Quiero pegarle un tiro —dice Vernon con los ojos entrecerrados.

—Pero acierta. Que ya conocemos tú puntería —se ríe Yuna apoyándose en su hombro.

—Estaba borracho —se ofende mirándola—. Y esa vez no cuenta. Era una pistola de fogueo.

—Que se puede esperar de alguien que abandona a su amigo a merced de un traficante de armas. Uno de los peores —saca a relucir Leroy.

Ignoro esa pulla y saco el mapa térmico y escaneo el edificio. Tarda unos segundos en darme los datos.

—Eso es peor que llamarnos perros —sigue Yuna.

—Yo sigo queriendo pegarle un tiro —insiste irritado Vernon.

Brutus recurre a su buen sentido del deber y se aleja para revisar el perímetro, se adentra entre los laterales del edificio que tenemos detrás.

—¿De verdad vas a dejar desprotegido a Hans? —cuestiona Vernon, sorprendido de que sea tan duro en esta decisión.

Adelanto un paso atento al edificio central. Dentro, el mapa detecta una persona. Esta quieta, no se mueve. Es la chica.

—No quiere ser un Skull y para mí no hay más que hablar —sentencio con rudeza.

—¿Y de qué te sirve Hans como Skull? —quiere saber Yuna. Ella siempre tan entrometida—. No es un soldado, no está preparado ni capacitado. Él solo quiere una vida normal.

Puaj. Casi vomito con ese discurso.

—Con ese cerebro no se puede tener una vida normal. Hay que exprimirlo al máximo. Es un genio y lo está dejando todo por una mujer —critico molesto. Nunca he estado de acuerdo en que lleve esa vida tan aburrida y simple. De no ser por Kat ahora Hans sería un mercenario importante, lleno de méritos y medallas.

—¿Noto cierta envidia o es mi sensación? —se burla Vernon y Leroy se ríe con él después de chocar manos.

Lo asesino con la mirada.

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