Capítulo 3

2.8K 234 35
                                    


HANS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

HANS


—¡Cómo se encuentra mi esposa! —balbuceo destrozado—. ¿Puedo verla?

La doctora Harlow toma aire.

—Como sabrá, señor Krunt, su esposa tenía que ser operada de urgencia. Conseguimos detener la hemorragia interna. Pero lamentablemente encontramos dos costillas fisuradas. Y con el fémur, vimos que era una fractura menor y que no había ningún vaso sanguíneo dañado ni tampoco ningún nervio. Y procedimos a introducir un dispositivo metálico para que consiga hacer de soporte y sane el hueso —cada palabra que sale de esa doctora me está matando, porque mi mente la imagina en ese quirófano—. Pero el estado de su mujer es delicado, casi crítico. Las próximas horas son cruciales para su evolución.

Delicado. Crítico. Esas palabras me dejan helado.

—¿Pero ya está consciente? —pregunto con el rostro contorsionado.

La doctora aprieta los labios, le está costando ser profesional y a mí me están matando los nervios.

—¿Podrá caminar con normalidad? —interviene Dash.

—Los dispositivos metálicos de ahora ayudan a mejorar los huesos en su total reconstrucción. En unos meses su pierna sanará y puede que le cueste al principio, pero podrá andar sin ningún problema —se queda callada y su frente se arruga. No me gusta—. Lo que me preocupa es su cabeza.

¿Su cabeza?

Todo me da vueltas. Siento un terror que me penetra hasta dañarme.

—Debo informarle señor Krunt, que en la intervención quirúrgica, Katherine sufrió una parada cardiorrespiratoria que la mantuvo muerta durante unos segundos. Pero conseguimos estabilizarla.

—Santo dios —dice mi amigo volviéndose hacia otro lado con la mano en la boca.

Yo simplemente no puedo moverme.

—Perdió mucha sangre en la cabeza y presenta una contusión severa que dimos con ella en el TAC.

—¡Pero no me está diciendo cómo está Kat! —grito enajenado porque ya no puedo ser más paciente—. Si está libre de peligro. Si está consciente. Si puedo verla o no.

—Hans —siento a Dash agarrarme del brazo para tenerme controlado.

—¡No, maldita sea! —me sacudo de él porque he sido bastante paciente en estas cinco horas que se han convertido en un puto infierno.

—Señor Krunt —comienza mirándome con pena—, es improbable que Kat recobre la consciencia. Al menos por el momento.

—¡¿Por qué?!

—Su esposa está en coma —me suelta deprisa y con poco tacto, y sé que merezco que lo haga a bocajarro.

El agujero que se abre en mi pecho es enorme. Y me traga. Parece que mi corazón ha dejado de latir. Ya no lo siento. Al menos como lo sentía antes, de que esa doctora pronunciara la última palabra que ha conseguido despedazarme por completo.

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora