Capítulo 41

1.2K 103 21
                                    

KAT

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KAT


Una mano cubre mi hombro y doy un brinco, gritando.

Me giro con el corazón desbocado, visualizando a Hans a un palmo de mí, vistiendo su pantalón de pijama de cuadros, sin nada arriba.

Él levanta las manos con una sonrisa arrebatadora.

—¡Qué susto! —me llevo una mano al pecho.

—Perdona. No quería asustarte —frunce el ceño y mira como sujeto con fuerza el teléfono—. Creo que el horario de pedir comida no se facilita en la madrugada.

Le pongo mala cara por su tono burlón y termino por sonreír.

—Han llamado —sacudo el teléfono.

—¿Han llamado? ¿A estas horas? —me quita el teléfono y lo revisa muy serio—. ¿Cómo no lo escuché?

—Porque te dejé bastante exhausto, huntsman —digo con una maliciosa intención.

Él levanta sus ojos hacia mí y tuerce una de esas sexys sonrisas que tanto me encantan. Y sigue revisando la llamada en la pequeña pantalla del teléfono. Pronto, su rostro se queda estático, endureciendo sus rasgos. Le ha cambiado la cara. Es como si estuviera viendo algo que lo ha dejado perplejo.

—¿Ocurre algo? —digo preocupada.

Él levanta la cabeza.

—¿Te dijo algo? —su voz suena más grave y tensa.

—No —sacudo la cabeza y meto un mechón de pelo detrás de mi oreja—. Solo escuché una respiración. Bueno, no sé, parecía como enfadado. Pero a lo mejor lo malinterpreté.

Sus rasgos se suavizan rápidamente.

—Se han equivocado —deja el teléfono encima de unos libros.

—¿Seguro? Como has puesto esa cara... —mis palabras se atascan en mi boca al sentir como en un santiamén me toma en sus brazos, y eso me hace reír—. ¿Qué haces?

—No me ha gustado despertarme y no verte a mi lado —su voz está cubierta de ansiedad—. No te di permiso para salir de la cama.

—Tengo un permiso especial —presumo.

Él arquea una ceja.

—¿Quién te lo ha dado? —discute.

—Yo misma —me señalo, aguantando reír.

Me dedica una sonrisa radiante.

—Tampoco te di permiso para ponerte ropa —al mismo tiempo que camina, sus ardientes ojos se cuelan por la sugerente abertura que he dejado entre los botones de la camisa, mirando golosamente mis pechos. Me pone caliente que me mire así.

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora