Capítulo 12

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HANS

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HANS


Me quedo helado, mirando como mi mujer se ha negado rotundamente.

Ella se levanta con los nervios de punta.

—No es cien por cien efectiva y encima te manda pulsos eléctricos al cerebro. Definitivamente no. Prefiero seguir con mis terapias y que sea lo que dios quiera.

Se gira para marcharse, molesta de no poder moverse con un perfecto equilibrio.

—Kat. Espera —me levanto de inmediato.

—Te espero fuera —me grita sin volverse.

Cierra de un portazo y aprieto los dientes, cerrando los ojos.

—No es el primer paciente que rechaza la cápsula —me comenta Harlow con una mueca disgustada—. La verdad es que algo así sigue intimidando.

Mis ojos no se despegan de la puerta, sintiéndome intranquilo.

—Pero le ayudaría a recuperar su memoria —objeto con un bufido—. Voy a convencerla, y si tengo que obligarla a que entre en la maldita cápsula, lo haré.

—No, señor Krunt —me detiene con un gesto serio—. Eso lo último que debe hacer. Obligarla será peor. Le aconsejo que sea paciente.

—¿Paciente? —asomo una sonrisa desecha—. En sus terapias está recordando a todos menos a mí. ¿Qué clase de juego macabro es éste?

—El cerebro es un mundo que aún exploramos. La memoria son patrones y conexiones —me asegura—. Y Kat no está obligada a entrar en esa cápsula. Alterar su mente es poner en riesgo su identidad.

—Pero sigo sin estar en sus recuerdos —susurro destrozado.

Me observa con un enternecimiento que no comprendo.

—Entonces señor Krunt, usted va a tener que ser su Remembrance.

La miro paralizado.

—¿Cómo dice?

—Debe ayudarla a recuperar sus recuerdos. Ella está perdida y necesita que la encuentres —me alienta—. Mientras va a terapia también es bueno que le cuente cómo ha sido su vida con ella. Sólo lo bueno, no está para sufrir más crisis, aunque puede que sean inevitables por lo que vivió con dieciséis años. Necesito que venga dentro de unos meses para hacerle unas revisiones, y dentro de dos semanas podrá quitarse el inmovilizador. Cualquier cosa, ya sabe dónde estoy.

Miro un momento más la puerta, pensando en sus palabras, en que yo me convierta en el Remembrance de Kat. Mi mente está saturada por todo, y suspiro.

—Gracias por todo, doctora —le doy la mano y ella me sonríe apoyando su otra mano en la mía.

—Y recuerde tener paciencia —añade con especial atención.

Remembrance ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora