El contrato.

118 8 1
                                    



Thimothe


Atraerla a este estilo de vida fue lo que me prometí no hacer desde el primer día que me deje llevar por mis impulsos con ella.

¿Pero debería darle una probadita de lo que es el BDSM?

Este no es un juego, sino una manera de vivir que no esta hecho para cualquiera, y Rebecca desde que la conocía siempre fue muy desobediente y un tanto sensible, no quiero que termine viéndome como una bestia.

Observaba el contrato sobre mi escritorio, eran quizás las 2:00 a.m. Y mis pensamientos continuaban en lo que ocurrió unas horas antes.

¿Esto es lo correcto?  

Maldita sea Rebecca, vamos a darte lo que quieres, así dejaras de pensar que esto es  fácil como lo imaginas.



Rebecca


Corre

Corre

Vamos Rebecca.


Me reclamaba internamente a mi misma, se me había hecho muy tarde para la escuela, y Silvia ya me había llamado varias veces.

Creo que tomar entre semana no siempre es la mejor decisión, mas aun si al día siguiente debes despertarte temprano. Corría lo mas rápido que podía. -Silvia me va a matar. -Pensaba mientras sentía que me faltaba el aire y mi estomago dolía.

-Solo he corrido un minuto, necesito ejercitarme mas. -Continuaba pensando mientras me paraba frente a Silvia sosteniéndome de mis rodillas para evitar desplomarme del cansancio, no decía nada, me miraba con una postura seria y sus manos cruzadas sobre su pecho.

-Se me hizo tarde. -Digo mientras la miro y sonrió con la esperanza de que no me matara.

-Ujum. -Contesta mientras inicia a caminar en dirección a la escuela.

-Vamos Silvia, solo fueron diecisiete minutos tarde. -Me justifico caminando tras ella.

-Después de haber tomado anoche ¿No se te ocurrió preparar una alarma? 

-Realmente ni siquiera me quite la ropa de anoche, dormí con ella puesta. 

-Que asco Rebecca. -Dice entre carcajadas. 

-No me juzgues, luego de la fiesta, no tenia ánimos para muchas cosas. -Aclaro.

-Si, escuche las palabras de Nathalie. -Me dice mientras baja la mirada. 

No dije nada, trate de no realizar ninguna expresión, simplemente continúe mirando hacia el camino.

-Rebecca, no eres su pasatiempo. -Me asegura.

-Valla, ¿Cómo saber que eso es cierto? -Pregunto mientras forzó una sonrisa.

-Eso lo se, en la forma en que se tocan, miran, hablan. Nathalie solo esta dolida. -Solo pude continuar fingiendo aquella sonrisa, pero me mantenía firme con mi idea, quiero entrar al cuarto rojo.


 Por fin habíamos llegado a la escuela, Silvia se separo de mi entre la multitud, camine por el pasillo como de costumbre, hasta mi casillero, lo abrí buscando algunos materiales para la primera clase, y sentí unos brazos rodear mis caderas, apretándome y levantándome en cuestión de segundos.

Una Sumisa MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora