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Salió del baño apresuradamente, Jeffrey lo estaba esperando fuera, de brazos cruzados y listo para irse de allí.

Iban a ir a un almuerzo informal con unos socios de Jeffrey y por ir le pagaría 1000 libras. No era un gran número, pero era dinero.

De todos sus clientes, Jeffrey era el peor de todos, aunque jamás lo había golpeado, siempre le ordenaba que se mantuviera callado, no podía dirigirle la palabra a él o a cualquier otra persona que se le acercase.

Esa era su condición, su orden, y él tenía que acatarla si quería cobrar el dinero.

—Hasta que sales, ya iba a entrar a buscarte. Vamos, apresúrate, o llegaremos tarde, ya hemos perdido mucho tiempo —Jeffrey tiró de su brazo, llevándolo hacia las escaleras.

Bajo a paso torpe las escaleras y cuando estaba saliendo del restaurante volteo a ver, encontrándose con la mirada de Louis, quien lo veía desde lo alto de las escaleras.

En silencio entró en el automóvil de Jeffrey, quien en seguida puso el motor en marcha y salió disparado por las calles londinenses.

Llegaron al restaurante 10 minutos después, bajaron del auto y entraron, la mano de Jeffrey se aferró a la suya, como una gran abrazadera de hierro fundido.

Sonrió amablemente a los hombres que allí se encontraban, todos siendo acompañados por sus parejas, amantes o acompañantes.

No era raro que aquellas adineradas personas llevaron prostitutas a ese tipo de reuniones en lugar de a sus esposas.

De un momento a otro Jeffrey le soltó la mano y se alejó, dejándolo completamente solo.

Observó atentamente la bebida en su mano que previamente un camarero le había ofrecido, evitando hacer contacto visual con cualquier persona que se le acercase, cuanto menos llamara la atención, mejor.

—Bonito lugar ¿Verdad? —una voz a su espalda lo hizo sobresaltarse, volteo, encontrándose con uno de los socios o conocidos de Jeffrey.

—Sí. Lo es —continuó observando el lugar.

El hombre le sonrió y le tendió la mano —Me llamo Jackson ¿Y tú?

—Harry —le dio un suave apretón de manos y desvió rápidamente la mirada.

Rogaba porque Jeffrey no lo viera, porque si lo hacía, lo más seguro es que no le pagaría ni un solo centavo.

Jackson comenzó a hablarle de todo y a la vez de nada, no le estaba prestando mucha atención y solo se dedicaba a asentir con la cabeza y dar vagas respuestas ante lo que aquel hombre le decía.

De repente, la mirada de Jeffrey se posó en ellos, su mirada marrón parecía traspasarle la ropa, la piel e incluso los huesos, quemándole las entrañas.

Jeffrey estaría muy molesto.

A paso rápido, Jeff se le acercó, le sonrió a Jackson —Cariño ¿Podemos hablar un momento a solas?

Sin perder tiempo, Jeffrey lo tomó fuertemente de la mano y lo arrastró hasta los baños.

Abrió la puerta de un solo golpe, asegurándose de que no hubiera nadie dentro, y con un brusco empujón lo obligó a entrar allí, dejándolo parado en medio del lugar.

Lo observo por un instante y de un momento sintió la mano de Jeffrey impactarse con gran fuerza contra su rostro, en una fuerte bofetada que logró voltearle la cara.

—¿Qué rayos crees que estabas haciendo? Te dije que no debías hablar con nadie —escupió Jeffrey, enfadado.

Intento responder, pero Jeffrey se lo impidió —Ni se te ocurra a decir ni una sola palabra. No pienso pagarte ni un solo centavo, mucho menos tener sexo contigo. Creí que había quedado claro, no debías hablar ni mirar a nadie y me desobedeciste. Eres una vergüenza. Ahora límpiate la cara, tienes sangre en la boca, y haz el favor de irte, ya no quiero que me vean contigo, puta barata.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora