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Despertó con los primeros rayos del sol, a su lado Louis dormía pacíficamente, con el ceño levemente fruncido y su brazo aprisionando pesadamente su cintura.

Con cuidado, temiendo despertar a su acompañante, se deshizo del agarre y se sentó en la cama.

Sentía los labios ligeramente hinchados y sus caderas dolían, pero era el dolor más dulce que jamás había experimentado.

Se levantó de la cama y en absoluto silencio se vistió y salió del apartamento.

Tomo un taxi rumbo a su casa, sentía su cuerpo algo entumecido y su mente embotada.

Entro en su apartamento y no había terminado de cruzar el umbral cuando se derrumbó.

Lanzo un grito ahogado mientras que gruesas lagrimas se abrían paso por sus mejillas.

Aun podía sentir las manos de Louis recorriendo su cuerpo, tocando su piel, sentía sus dedos clavados en sus caderas y sus labios recorriendo su cuello.

—¿Harry? Harry, cariño ¿Qué es lo que pasa? —la suave voz de Annette resonó a sus espaldas.

Volteo a verla, y sin pensárselo demasiado se abrazó a su cintura, hundiendo su rostro contra su estómago y ahogando sus lágrimas en su ropa.

—Harry, bebé, estás asustándome ¿Qué pasa? ¿Todo está bien?

Negó, no podía hablar, sentía un gran nudo obstruyendo su garganta.

—A ver, levántate, vamos a acostarte.

Anette lo ayudo a levantarse y lo guio hasta su cama, donde se recostó y su amiga dejo que apoyara su cabeza en sus piernas.

—Ahora sí, dime ¿Qué paso?

—Dormí con él.

—¿Con quién?

—Con Louis. Tuvimos sexo.

—Oh dios.

Se incorporó un poco, mirando fijamente a Anette —¿Y sabes que es lo peor de todo? Que se sintió tan bien.

—Se sintió tan correcto. Por primera vez en meses mi cuerpo y mi mente estuvieron conectados. Yo estaba ahí. Mi cerebro capto todas y cada una de sus caricias. Lo bese, lo toque, lo disfrute —una nueva oleada de lágrimas empapo su rostro.

—Oh Anie, era como si mi cuerpo estuviera hecho para él, solamente para él. Se sentía como si le perteneciera, encajábamos tan bien. Era tan perfecto. Y yo realmente quería quedarme, quería estar a su lado cuando despertase, pero ¿Qué puedo ofrecerle yo?

—¿Qué tengo para darle? No tengo dinero. Ni trabajo. Solo soy un prostituto de los barrios bajos de Londres. Mi cuerpo fue usado y ultrajado tantas veces que ni eso puedo ofrecerle. Yo no puedo darle nada.

Anette le acaricio el rostro, limpiando sus lágrimas —Oh sí, tú tienes mucho para ofrecerle Harry. Tienes tu amor, tu alma, tu corazón, porque lo preservaste, lo guardaste tan celosamente y lo ocultaste de la vista de todos hasta que llego la persona merecedora de tenerlo.

Sollozo, aferrándose a su amiga con fuerza —Aun así. Él merece mucho más que un cuerpo usado, un alma rota y un corazón hecho de retazos.

—Oh Harry, no digas esas cosas. A él le gustas. Si tan solo lo hubieras visto cuando estabas enfermo. Louis siente cosas por ti.

—Lo sé. Y, aun así, no creo que yo sea merecedor de su cariño.

—¿Por qué?

—¿No me ves? Por esta cama han pasado más hombres que por las oficinas de Scotland Yard. Nadie quiere a alguien como yo.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora