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Se removió en la cama, se sentía ligero y muy, muy cómodo.

Ya no le costaba respirar como los días anteriores y definitivamente no sentía que su cuerpo estaba en llamas y congelándose al mismo tiempo.

Lentamente abrió los ojos, le tomo cerca de 30 segundos aclarar su visión y darse cuenta que aquella no era su cama y que definitivamente ese no era su apartamento.

Se volteó lentamente, le dolían todos y cada uno de los huesos de su cuerpo, y aun persistía el sordo dolor de cabeza.

A su lado, completamente dormido, estaba Louis.

Se sorprendió, lo último que recordaba era que estaba en su departamento y luego había despertado allí.

Parpadeo y lentamente se incorporó en la cama, ya conocida para él, y observo a su alrededor. Sobre la mesa de noche había un bote de pastillas y una gran botella de agua.

—No te levantes, Luke dijo que tienes que descansar.

Volteo lentamente, encontrándose frente a frente con aquel par de zafiros que lo miraban fijamente.

—No tenía pensado hacerlo ¿Qué hago aquí? —se acomodó una vez más en la cama, apenas tenía fuerzas para incorporarse.

—Estabas muy enfermo. Fui a verte a tu casa porque me tenías preocupado, te encontré inconsciente por la fiebre y te traje a casa. Tu departamento no era un buen lugar para ti Harry —el castaño se sentó en la cama.

—Ya. Lo sé. Mi apartamento es una mierda. Pero eso no te daba el derecho a sacarme de mi casa y a todo esto ¿De dónde sacaste la dirección de mi departamento?

Observo a Louis, quien se levantó de la cama y comenzó a cambiarse el traje que llevaba puesto por unos joggers y una camiseta de Black Sabbath.

—Una de tus amigas me dio tu dirección a cambio de algo de dinero. Ahora quédate recostado, te traeré algo de comer para qué tomes tu medicina.

Suspiro, resignado, se sentía de la mierda y no tenía pensado discutir con Louis.

El castaño desapareció tras la puerta de su habitación, dejándolo completamente solo.

Se acomodó en la cama, arrebujándose entre las gruesas y suaves mantas, era como estar recostado en un cálido nido de plumas.

No recordaba casi nada de lo sucedido durante aquellos días, todo era demasiado borroso como para tener algo claro, solo recordaba estar acostado en su cama temblando a causa del intenso frío que lo envolvía y luego despertó en la habitación de Louis.

Se esforzó por intentar recordar algo, lo que sea, pero todo era demasiado difuso a causa de la intensa fiebre que se había apoderado de su cuerpo, por un momento deseo que su madre estuviera allí con él, ella sabría cómo bajar su fiebre y cuidar de él.

Miro el reloj que descansaba en la mesa de noche, eran apenas las 8 a.m. del viernes.

Se sentía realmente cansado, como si todo su cuerpo estuviera hecho de plomo y pesara 1000 kilos.

Estaba quedándose dormido cuando Louis entró en la habitación cargando una bandeja con una humeante taza de té y un plato de huevos revueltos.

—Realmente, no voy a mentirte, soy un asco en la cocina y esto es lo mejor que he podido conseguir, lo siento —acomodó la bandeja sobre la cama y se sentó, observándolo.

Se incorporó lentamente y observó su desayuno, no tenía hambre, su estómago estaba completamente cerrado, pero debía comer algo si quería pasar aquellas pastillas que le había recetado el médico.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora