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El lunes por la noche no vio a Harry en aquella esquina, si debía ser honesto, se había decepcionado un poco y había tenido la ligera esperanza de volver a verlo.

Por alguna extraña razón no había dejado de pensar en aquel chico durante todo el fin de semana, no había podido sacar de su cabeza aquellos ojos verdes y aquella sonrisa coronada por hoyuelos.

Lo había visto una sola vez en su vida y se había quedado grabado a fuego en sus retinas y en su mente.

Estaba jodido. Muy jodido.

El martes amaneció de mal humor, no quería hablar ni ver a nadie, el único problema era que tenía que ir a trabajar.

Por un momento se le cruzó la idea de reportarse enfermo, pero la descarto, seguramente su padre enviaría a un médico laboral y se enterarían de que no tenía nada.

Con pesadez se duchó, cambió su ropa y desayunó un café con una tostada.

Cuando salió de casa, inmediatamente se vio engullido por el tránsito de Londres.

Amaba aquella enorme y ruidosa ciudad, con el paso del tiempo se había transformado en su hogar, pero detestaba el intenso tráfico que siempre se apoderaba de sus concurridas calles y avenidas.

El tráfico era lo único que realmente extrañaba de Doncaster, porque prácticamente no había.

Suspiro, había quedado atrapado en el medio de un embotellamiento, seguramente llegaría tarde.

Le envió un escueto mensaje a su padre y se acomodó en su asiento. Canturreando Maybe Tomorrow de Stereophonics, encendió un cigarro, iba a estar mucho tiempo allí metido.

Llegó 20 minutos tarde a la oficina gracias a ese embotellamiento, y no es que le importase mucho, pero no estaba de humor para escuchar los sermones de su padre.

Para su suerte, Mark estaba en una reunión con unos clientes, y su llegada paso desapercibida ante todos.

Entró en su oficina, ignorando completamente a Liam, quien estaba demasiado concentrado en intentar armar su cubo rubik.

—Buenos días Tommo —Liam le sonrió, feliz.

Rodó los ojos, molesto —¿Por qué la gente dice buenos días? ¿Qué es lo que tienen de buenos?

—Okey, algo me dice que estas de mal humor ¿Se puede saber por qué? Pensé que ya habías tenido sexo y que tu pene ya estaba feliz.

Levantó bruscamente la cabeza, para esas instancias no quería ni que Liam le respirara cerca.

—Liam, por el bien de tu integridad física... Lárgate de mi oficina.

Liam se levantó, presuroso, y salió prácticamente corriendo. Está bien, a él le encantaba molestar a Louis, pero tampoco era suicida y quería mantener su integridad física intacta para poder follar con Zayn.

Sabía que cuándo Louis estaba realmente de mal humor, era mejor dejarlo solo.

Sonrió, satisfecho al encontrarse solo y en paz en su despacho.

Caía el mediodía cuándo la puerta de su oficina se volvió a abrir y Liam entró lentamente, con las manos en alto —Vengo en son de paz.

Enarco una ceja, Payno a veces podía ser sumamente ridículo.

—¿Qué pasa Payno? ¿Necesitas algún papel?

Liam se rasco la nuca y negó —No, de hecho... Venía a invitarte a almorzar, obviamente pago yo, solo si estas de humor, claro.

Sonrió, Liam siempre sabía cómo ponerlo de buen humor de alguna u otra manera, y siempre implicaba comida o cerveza.

Dejó los expedientes sobre su escritorio, tomó su chaqueta y salió detrás de su mejor amigo.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora