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Calidez. Eso era lo que sentía en todo su cuerpo, una pesada y abrumadora calidez recorriéndolo de pies a cabeza.

Sin poder evitarlo, se aferró con más fuerza a aquella fuente de calor tan suave y blanda.

No quería despertar, quería quedarse así, con los ojos cerrados y abrazando a aquel que le proveía tal cálida sensación.

Pero el estridente sonido de la alarma rápidamente se hizo presente, obligándolo a abrir los ojos.

Lo primero que captó su vista fue una mata de cabello castaño, una suave cascada de color chocolate que estaba sumamente cerca de su rostro, esparcida por su pecho y su brazo. El cabello de Harry.

Lo siguiente que notó fue la suave respiración de Harry chocando contra su cuello, una de sus piernas enredada entre las suyas y su brazo derecho estaba enganchado a su cintura, apresándolo firmemente contra el colchón.

Y su propio brazo, parecía que había cobrado vida propia durante la noche, porque lo tenía rodeado suavemente por la espalda.

No quería moverse, no cuando estaba tan cómodo y cálido, no cuando el tiempo parecía no avanzar teniendo a aquel chico entre sus brazos.

Pero la alarma seguía sonando.

Y tenía que levantarse, debía ir a trabajar, Harry se removió contra su cuerpo, y le rogó a todos los dioses existentes porque no se despertara.

Para su mala o buena suerte, Harry se despertó, encontrándose frente a frente con aquellos ojos verdes que desde el primer día le habían llamado la atención.

—Buenos días Harry —susurro apenas, con la vista clavada en aquellos fanales esmeraldas.

—Buenos días Louis.

Estaban cerca, demasiado cerca, estaba tan cerca que podía ver las delgadas filigranas doradas que adornaban aquellos ojos verdes.

Por un segundo, por solo un segundo, se preguntó a qué sabrían sus labios, aquellos rojizos y carnosos labios.

Espanto la idea casi de inmediato, no podía hacerle eso ahora. No era correcto. No lo haría.

Inhalo y exhalo profundamente, y finalmente se estiró para apagar la alarma.

Quebrando aquella atmósfera que los tenía atrapados.

En ese momento Harry pareció darse cuenta de la posición tan comprometedora en la que se encontraban, sus mejillas se colorearon de rosado, y casi como un autómata, se sentó en la cama, escapando de sus brazos y desproveyéndolo de aquel delicioso y suave calor.

—Yo... Lo siento mucho Louis, no debí hacer eso.

Negó, restándole importancia —Descuida, no pasa nada, estabas dormido, no tenías control de tus acciones.

Se sentó en la cama y le sonrió suavemente, tranquilizándolo.

Ni estando borracho le diría lo bien que se sentía tenerlo entre sus brazos.

Simplemente no.

Harry se levantó de la cama, estirándose suavemente, dejando a la vista aquella franja de piel de su cintura que la camiseta apenas lograba tapar, apartó la vista casi de inmediato.

También se levantó, no quería arriesgarse a tener una erección matutina frente a Harry por el simple hecho de tan solo mirarlo.

—Louis ¿Podría darme una ducha antes de irme? Hoy tengo universidad.

—Sí, claro. El baño es esa puerta de ahí.

Lo llevo al baño, ambos se vieron reflejados en el enorme espejo que había sobre el lavamanos, sus ojos se encontraron a través del cristal y se quedaron mirándose fijamente.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora