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Cerró la puerta de su departamento de un portazo, sus manos aún temblaban, aún no sabía si era por los nervios o por el intenso frío que hacía esa noche.

Aquella conversación con Louis le había calado hondo, demasiado hondo, dejándolo sumamente intranquilo y agitado.

Y aquel muchacho se acordaba de su nombre. Lo cual podría significarlo todo o nada.

Se pasó una mano por el cabello, desesperado, y tomó su teléfono, marcándole a la única persona que podría ayudarlo en ese momento.

Elizabeth contestó al tercer timbrazo.

—¡Harry!

Suspiro, paseándose de un lado a otro por el apartamento, como si de un león enjaulado se tratase.

—Liz ¿Estás ocupada? Necesito verte. Es urgente.

Nervioso empezó a mordisquearse la uña del dedo pulgar, esperando una respuesta de su amiga.

—No. De hecho, acabo de terminar con mi último cliente, voy para allá Hazz —y cortó la comunicación.

Suspiro, intentando serenar su agitada cabeza. En un total sincericidio le había contado cosas demasiado privadas a una persona que solo había visto una vez en su vida.

Está bien, no iba a mentir, Louis era guapo, carismático por lo que podía verse, e incluso parecía buena persona y ciertamente eso no significaba nada.

Louis era su cliente, aunque no hubiesen tenido sexo, le había pagado por su tiempo y no sabía prácticamente nada de él.

Y a la primera pregunta que le hizo, le contó prácticamente toda su vida.

Se sentía idiota.

Louis no era más que un cliente, no tendría porque haberle contado esas cosas por más que él le hubiera preguntado.

Estaba a punto de tener un ataque de ansiedad cuando la puerta de su departamento comenzó a ser aporreada con insistencia.

La abrió de un tirón, encontrándose a Elizabeth parada allí.

—Pasa, por favor —se hizo a un lado, dejándola pasar.

Elizabeth se lo quedó observando, de brazos cruzados, seria y con una ceja enarcada.

—¿Qué hiciste?

Se mordió el labio, indeciso y luego de una gran pausa, se decidió a contarle todo a su amiga.

—Hoy volví a ver a Louis, eso creo que ya lo sabes, y le conté cosas... Me abrí de una forma en que no estoy seguro que debería haberlo hecho —confesó, mientras continuaba mordisqueando sus uñas.

—¿Qué le dijiste Harry?

Elizabeth se sentó en su cama y él se sentó a su lado.

—Bueno... Él me pregunto cómo es que empecé a prostituirme, y yo le conté todo básicamente... Le conté cómo perdí mi empleo en el bar y como terminé recurriendo a esto. No sé qué me paso Liz, creo que metí la pata.

Elizabeth suspiró, mientras le acariciaba suavemente el cabello, acomodando sus desordenados rizos.

—Lo que te pasó, es que te sentiste demasiado cómodo con él. Es guapo, tiene dinero, no parece mala persona. Pero es tu cliente, ten siempre eso en mente Harry.

Observó a Elizabeth, sus ojos azules lo observaban pacíficamente.

—Lo tengo en mente Liz, es solo que... No lo sé, me asustó un poco la forma en que me abrí con él, cómo si lo conociera de toda la vida o si fuéramos amigos... Cómo si tuviéramos confianza.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora