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Entró en su apartamento, intentando procesar todo lo que había ocurrido en aquellos días.

Habían sido demasiadas sensaciones, demasiados sentimientos, en un corto lapso de tiempo y finalmente se rompió.

Estallo en un lastimero sollozo mientras se dejaba caer en el suelo, ni siquiera se preocupó por cerrar la puerta.

Estaba tan cansado, tan exhausto.

Ya no deseaba hacer más nada. No quería seguir parándose en aquella maldita esquina, no quería seguir chupándole el pene a cualquier hombre solo por unas libras.

Le dolía todo el cuerpo, le dolía el alma.

—¿Harry? —la voz de Anette le llego desde la puerta.

Volteo a verla, esperando que aquella dulce mujer se apiadara de él y le diera el abrazo que tanto necesitara.

—Oh por dios, cariño ¿Qué paso? —Anette se arrodillo junto a él y lo abrazo, acunándolo, sin importarle lo frio que estuviera el piso.

—Estoy tan cansado —una nueva oleada de lágrimas humedeció sus mejillas.

—Lo sé, lo sé cariño. Sé que estás muy cansado de todo esto, pero tienes que aguantar un poco más, solo un poco más y todo esto habrá acabado.

—Me gusta Anette. Louis me gusta, me hace sentir tan bien. Me hace sentir que valgo la pena, que importo. Me hace sentir humano.

—Oh cariño, lo sé. Lo sé muy bien. Me doy cuenta. Y también sé que es correspondido, porque estoy segura que él siente lo mismo por ti y sé que muy pronto van a estar juntos, yo lo sé. Y serán muy, muy felices —Anette le acaricio la mejilla, limpiándole las lágrimas.

—Pero ahora tienes que levantarte, alzar la cabeza y aguantar un poco más. Intentare conseguirte un empleo, aunque sea en el mismo bar de mierda donde yo trabajo, pero te juro Harry que vas a salir de las calles de una u otra forma y yo voy a ayudarte.

—¿Qué has dicho? —Elizabeth estaba parada en el quicio de la puerta, observándolos.

—¿Qué haces tú aquí? Pute imbécile —Anette se levantó del suelo, dándole la espalda y enfrentando a Elizabeth.

—¿Cómo me has llamado?

—Creo que no necesitas que te lo traduzca, es muy fácil de adivinar querida.

—Repite lo que dijiste.

—¿Qué cosa? ¿Qué eres una puta imbécil o que Harry va a salir a adelante y estará con Louis?

—¿Por qué le das esperanzas? Sabes que con su vida ellos no pueden estar juntos.

—¿Quién dice eso? Harry no va a prostituirse toda su vida como tú, y lo sabes Elizabeth, pero te asusta tanto quedarte sola que no quieres que él siga adelante. Literalmente te has convertido en su maldita proxeneta, solo que sin dinero de por medio.

—¿Quién mierda te crees tú para decirme eso? Tú, una idiota recién bajada de un maldito barco que no tiene idea de lo que es tener esta vida, que no sabe lo que es estar parada en una maldita esquina pasando frio, tú que viniste con tus malditos hijos a este país a robarle su trabajo a la gente...

La bofetada resonó en todo el pequeño apartamento.

—¡Vous n'avez pas le droit de parler de moi ou de mes enfants! ¡Lave-toi la bouche avec de l'eau de javel avant de nommer mes enfants! ¡Pute imbécile! ¡Salope folle! —cuando estaba realmente enfadada, Anette comenzaba a hablar en su natal francés.

La mejilla de Elizabeth había comenzado a tornarse de un pálido color rojizo debido a la bofetada y la rubia solamente observaba, estupefacta, a Anette.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora