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La alarma sonaba, estridente, por toda su habitación. Con un gruñido, la apago de un manotazo y con el cuerpo aun pesado, se levantó de la cama. 

Cama que había cambiado luego de que el desgraciado de su ex novio le fuera infiel. 

De hecho, había cambiado todo el mobiliario, desde la cama hasta el sofá y la mesa del comedor. No quería tener nada que hubiera tocado aquella rata despreciable. 

Incluso, hasta se había deshecho de los vasos, platos y cubiertos, y había comprado unos nuevos.

El anillo lo había devuelto y lo había cambiado por un lujoso Rolex, era lo menos que se merecía por haber pasado 5 años de su vida con semejante sabandija.  

Se puso el traje, la corbata y tomó rápidamente una taza de café. Él no era, lo que se puede decir, un experto en la cocina, de eso siempre se había encargado su ex.

Ahora, 6 meses después de que lo echara a patadas de su casa, vivía a comidas para llevar y con algo de suerte los domingos comía en casa de sus padres. 

Condujo por las calles de Londres hasta su oficina, el buffet de abogados que tenía junto a su padre en Marsham Street y Romney. 

Entro, saludo a Steve, el guardia de seguridad, y subió hasta el quinto piso, planta en donde estaba ubicado el buffet de abogados Tomlinson & Asociados. 

Saludo a todos sus compañeros con una sonrisa algo tensa, no tenía ganas de ver o hablar con nadie.

Estaba a punto de entrar a su oficina cuando algo, más bien dicho alguien, lo intercepto.

Era su madre, quien lo observaba con una gran sonrisa.

—Buenos días mamá —beso su mejilla, e intentó hacerse a un lado para poder ingresar a su oficina cuando su madre le volvió a cortar el paso.

—Buenos días cielo. Espera tengo que decirte algo importante.

Ya sabía lo que le iba a decir, lo mismo que le decía desde hacía 6 meses.

—Mamá si es sobre Alex, no quiero saber. Y antes de que me digas algo, no, no lo voy a perdonar.

Beso una vez más la mejilla de su madre y entró en su oficina, dejándola con la palabra en la boca. 

No se sorprendió cuando, al entrar, vio a Liam recostado en el sofá de su despacho.

Así eran todas las mañanas, o más bien dicho, todos los días.

—Buenos días Lou —canturreo su mejor amigo, mientras intentaba armar un cubo Rubik.

—Buenos días ¿Qué tienen de buenos? —masculló mientras se sentaba en su silla y comenzaba a sacar todo su papeleo.

—Uy, hoy sí que estás de mal humor ¿Alex volvió a llamar a tus padres?

Lo fulmino con la mirada y Liam sonrió, había dado en el clavo.

—Sí y no quiero hablar del tema Liam.

—Okey, okey ¿Hace cuánto que no tienes sexo? 

La pregunta lo hizo levantar bruscamente la cabeza. Liam, sentado en el sofá, le sonreía angelicalmente. 

—¿No deberías estar trabajando? ¿Haciendo cuentas o sacando balances en lugar de estar tocándome las pelotas todo el día?

Liam definitivamente sabía cómo hacerlo rabiar.

—Ya las estoy haciendo. En mi cabeza.

Rodó los ojos, ignorando las idioteces que salían de la bocaza de su mejor amigo.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora