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La alarma sonaba estruendosamente, se había olvidado de apagarla la noche anterior.

Se estiró y la apago de un manotazo, abriendo lentamente los ojos, encontrándose con aquella familiar mata de rizos ocupando la mayor parte de su campo visual.

Deseaba despertar así todas las mañanas, con Harry enredado alrededor de su cuerpo como un pulpo, con su cabello descansando sobre su pecho e incluso parte de su rostro y con su respiración chocando contra su cuello.

Apretó el agarre sobre la cintura del rizado, pegándolo más a su cuerpo si es que esto era físicamente posible.

Lo observo dormir un largo rato, con los labios ligeramente entreabiertos y el entrecejo levemente fruncido. Era casi como una mueca de concentración.

Acaricio su cabello con su mano libre y continuó observándolo, hasta que finalmente el rizado comenzó a despertar.

—Buenos días —le dedicó una sonrisa pequeña, apenas perceptible.

—Buenos días Lou —Harry ni siquiera se movió de su posición, permaneciendo acurrucado contra su pecho.

—¿Qué tal dormiste? —sus dedos no dejaban de recorrer la maraña de rizos que adornaba el cuero cabelludo de Harry.

—Muy bien ¿Y tú?

—Bien, contigo a mi lado siempre duermo bien —las mejillas de Harry enrojecieron cual manzanas y oculto su rostro contra su pecho.

—Basta —murmuro contra su pectoral.

Sonrió, picando sus costados, arrancándole una ligera carcajada.

—Lou... Basta —se quejó.

—¿Qué dices? ¿Qué te haga más cosquillas?

Y de un momento estaba sobre el rizado, picando su cintura y sus costillas, arrancándole grandes carcajadas.

—Es en serio, para, detente Lou o voy a orinarme.

Detuvo las cosquillas, pero se quedó en aquella posición, entre las piernas de Harry y observándolo fijamente a los ojos.

Quería besarlo, sus labios estaban demasiado cerca y el color rosado natural de su piel lo invitaba a degustar aquella boca.

Estaba demasiado cerca, estaba tan cerca que podía rozar su boca con la del rizado y estaba a punto de hacerlo cuando su mano se interpuso en su camino, apoyándose en su pecho y alejándolo con firmeza.

—Será mejor que nos levantemos. Quiero ducharme y comer algo antes de volver a casa. Y supongo que tú tienes cosas por hacer Louis.

Suspiro, algo frustrado, mentiría si dijera que ese rechazo no le dolió.

—Sí. Tienes razón. Debo llevarte a casa, y tengo que revisar algunos expedientes.

Se levantó de la cama, acomodándose la ropa de dormir y dejándole espacio a Harry para que se levantara.

—Iré a preparar el desayuno, mientras puedes ducharte si quieres.

Salió de su cuarto prácticamente huyendo.

Se apoyó contra la mesada de la cocina, intentando procesar toda aquella situación.

Su pecho dolía y tiraba, se veía muy tentado a regresar a su habitación y besar a Harry como Dios mandaba, adueñarse de sus labios, de su cuerpo y de cada centímetro de su piel.

Deseaba verlo despertar a su lado cada mañana.

Pero no podía, y nunca podría hacerlo, aunque estuviera dispuesto a darle todo, aunque hubiese caído tan duro por él.

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