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Despertó con el sonido de la alarma.

Entreabrió los ojos, observando como Louis se levantaba de la cama y comenzaba a vestirse.

En ese momento el castaño se percató de su presencia y sonrió al verlo.

—Hey, es demasiado temprano para que estés despierto, duerme un rato más, yo debo ir al buffet, pero tratare de llegar temprano —el ojiazul beso su frente y desapareció tras la puerta de la habitación.

Se acomodó en la enorme, suave y cálida cama. Hacía años que no dormía tan bien, aquella cama era un paraíso, y lentamente volvió a caer en un profundo y cómodo sueño.

Despertó una vez más con los rayos del sol entrando por la ventana de la habitación.

Se incorporó en la cama y observó a su al rededor, el reloj marcaba las 11.00 a.m.

Tomo sus medicinas y con torpeza se levantó de la cama. En su cuerpo aun había rastros del cansancio de la enfermedad y le costaba coordinar sus piernas con sus brazos y su cerebro.

Observó el apartamento, era muchísimo más grande que el suyo, estaba mejor amoblado y definitivamente no se estaba cayendo a pedazos.

Sobre la barra desayunadora de la cocina, descansaba el teléfono fijo, y en la mesada la cafetera rebosaba de café recién hecho.

Lleno una taza de aquel brebaje tan delicioso, agarro el teléfono y se sentó en el sofá frente a la televisión, marcando el único número que se sabía de memoria.

Necesitaba hablar con Elizabeth.

¿Diga?

—Hola Lizzie. Soy yo, Harry.

¡Oh santo cielo! ¡Harry! ¿Dónde has estado? ¿Estás bien? Maggie nos dijo que estabas enfermo, pero fui a tu apartamento el otro día y no estabas.

—Sí. Descuida. Estoy bien, aun enfermo, pero mucho mejor. Yo, necesito verte Liz. Estoy en casa de Louis.

¡¿Que estás en dónde?! ¡Harry! —el grito de Elizabeth casi lo dejo aturdido.

—En la casa de Louis. Pero te juro que puedo explicarlo Liz. Por favor, necesito que vengas.

Ay por dios. Está bien. Iré. Pásame la dirección.

Sonrió, sabía que su amiga jamás le fallaría.

—Anota. Es el 105 de Downshire Hill, Hampstead Heath.

Bien. Estaré allí en cuanto pueda y corto la comunicación.

Suspiro, poniendo un poco más de café en la cafetera y se dirigió a la habitación de Louis.

Se miró al espejo, la camiseta le quedaba algo ajustada y hacía varios días que la estaba usando.

Necesitaba ducharse y cambiarse de ropa.

Se metió en el baño, observando detenidamente cada artículo que descansaba sobre el tocador, eligiendo cuidadosamente el shampoo y el jabón de coco.

Los había usado la primera vez que paso la noche allí, y el aroma simplemente le había encantado.

Se duchó, mimando suavemente su cuerpo con aquel delicioso jabón, repasando con cuidado todos y cada uno de sus tatuajes.

Lavo sus rizos con el shampoo, masajeando su cuero cabelludo.

Salió del baño completamente relajado y revitalizado.

Abrió el enorme armario, inspeccionando atentamente cada una de las prendas, hasta que finalmente opto por una camiseta blanca y una sudadera del Manchester United que estaba algo desgastada.

The Corner Of Your LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora