30.- Error garrafal

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Sasuke me sujetó de la espalda, atento a que no me cayera.

-Usted señor, no tiene por qué tocarme.- retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.

-Nos vamos. Suigetsu.- sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra.- Quédate con el cambio. Gracias por llamar.

-No es nada, hombre. Me haces un favor.- responde el albino con una sonrisa socarrona, mostrando sus dientes filudos; probablemente se los afiló él mismo.- Ah y, oye... la carota era qui una settimana fa (La zanahoria estuvo aquí hace una semana).- dijo algo en italiano.

Sasuke lo miró fríamente, como si con la mirada dijera "habla una palabra más y te mato", Suigetsu se dio cuenta de esto y se fue a hacer otros mandados mientras reía.

No tenía idea de qué estaba pasando, pero decidí encarar al azabache.

-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio permiso?- le miré, aún ceñuda y con voz torpe.

-Camina, Sakura.

-No me quiero ir.- rezongué y luego me crucé de brazos.

-No seas una molestia. Vámonos.- me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo.- Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré.- me advirtió más serio que nunca.

Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos negros, protagonistas de mis sueños.

-De acuerdo.- farfullé.- Tú ganas...siempre ganas.- hice un mohín y luego me di la vuelta para dirigirme a la salida; algo que me hizo que me mareara.

Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquel tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebria y torpe, Sasuke provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.

Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire me moviera los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñuda.

-¿Qué pretendes, Uchiha?- mi voz me parecía incluso más torpe.

-Sacarte de aquí, qué más creías.- me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.

-No.- me crucé de brazos.- Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí.- le hice un gesto con la mano para que se fuera.

-Sakura, sube.- me dijo, serio.

Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aún cómo el suelo bailaba bajo mis pies.

-¡Oye!- exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré.- Deja de ser una terca.

Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.

-¿Qué haces? ¡Suéltame!- intenté luchar.- ¡Sasuke Uchiha, déjame!- pero mis intentos fueron sólo fracasos.

Sasuke caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aún estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con cuidado sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.

SasuSaku |Manual de lo prohibido|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora