19.- Cansancio mental

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Me levanté desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo a mis pies escaleras hasta llegar al tercer piso; al departamento de Ino. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Ino Yamanaka podía llegar a ser realmente persistente.

Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Ino mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves.

Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.

Traté de sonreír.

-¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy?- bromeé.

-Ay.- se quejó como niña pequeña.- Eso sólo fue una vez y ya hace varios años.- dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.

Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.

-Bueno, pero no es por eso que sonrío.- me dijo.- Tú tienes algo que contarme.- levantó las cejas una y otra vez, como si sospechara de alguna situación.

-¿Sobre qué?- le pregunté, esperando lo que me temía.

-No sé, sobre alguien llamado Naruto...¿puede ser?- tanteó, emocionada.

Puse los ojos en blanco.

-Ino, cuándo vas a entender que entre él y yo sólo hay una bonita amistad. Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.- le dije con un tono de voz un tanto severo.

-Pero yo vi...

-Un beso, ya sé.- la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco.- Ino, eso no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos.- dije.

Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.

-Eres aburrida.- dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.

-El hecho de que no me guste Naruto, no me hace ser aburrida.- me defendí.

-No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico.- me dijo.- A menos que...- se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro.- ¿Te gusta Sai?

-¿Qué?

-Pues no sales con más chicos aparte de Naruto y él, ah y también a veces con tu amiga de los Hyuga y hasta Sasuke.

Algo me estrujó el corazón cuando mencionó a él 

-Bueno, ¿y qué quieres que haga? Sai se ha vuelto un buen amigo, y Naruto es mi mejor amigo. A Hinata la conozco porque trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional . Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en mi vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia para siempre.- dije.

-Ya lo sé Sakura, lo que trato de decir es que disfrutes el tiempo que estés aquí.

-Es lo que hago, créeme .

-Pero...

-¡Tu pizza está lista!- canté al oír el pitido del horno.- Me voy a dormir, te quiero y buenas noches.- le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.

(...)

Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Ino, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Sasuke, o mejor dicho, de que no estaría yo sola con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.

-Frente.- los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.

-Ya estoy despierta.- farfullé.

Salí de mi habitación y miré a Ino sonreírme. Me sentí mal de nuevo.

-¿Cuáles son los planes de hoy?- pregunté, totalmente desganada.

-Conseguir un vestido elegante.- me dijo.

-¿Elegante? ¿Qué celebramos?

-El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas.- puso los ojos brillosos.- Gastan hasta la última moneda para tener un lujo en el ambiente.

-¿El señor Vittore?- traté de pronunciar el apellido con el acento que Ino había utilizado.

-Sí, el dueño del Hospital, Alexander Vittore.- explicó.

-Oh...¿y...?

-Estamos invitados.- sonrió ampliamente.

-¿Invitados?- quería saber a quiénes se refería.

-Sí, tú, yo y Sasuke. Quien por cierto ya debería estar aquí.- divagó, mirando el reloj de su muñeca.

-¿Sasuke? ¿Nos acompañará?- hice un mohín. Lo que menos quería ahora era sentirme aún peor de verlos juntos, y yo en medio.

-Claro, ¿y luego quién nos dirá que nos vemos lindas con los vestidos.- bromeó.

-Pero Sasuke no acostumbra a hacer ese tipo de cumplidos, o al menos eso he visto frecuentemente.- le dije.- Además, es hombre. Sabes que no les gusta eso.- intenté encontrar una excusa creíble para que él no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.

-Pero es mi Sasuke.- dijo y me dolió.- Él está dispuesto a acompañarnos.

Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y...angustiado. Ino corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé para allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. pero entonces mi amiga abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, ahí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color roja a cuadros, desabotonada, y unos jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas.  Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.

-¡Amor!- dijo Ino, sin duda muy feliz, pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.

Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.

-Hola.- musitó él.

Lo saludé con la mano.

-Ve a cambiarte, Sakura.- me instó Ino y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo.- Nos espera un largo día.- dijo guiñándome un ojo.

-Claro...-le respondí lo más alegre posible, y me dispuse a ir a mi habitación un poco más rápido de lo normal haciendo un mohín mental al escuchar el calificativo que había usado mi amiga respecto de cómo sería el día: "largo"

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SasuSaku |Manual de lo prohibido|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora