39.- Dame tiempo

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Los golpes en la puerta interrumpieron mi divagación.

-¿Estás lista?- la voz de Lee era un poco reconfortable a todo mi dolor.

Desvié la vista de la vitrina para mirarle y sonriéndole, asentí.

-Vamos.

Tomé mi abrigo y bajé con Lee hasta la recepción del hotel, para dirigirnos a la quinta Avenida, en donde volví a darle vida a "Manuale del proibitio". Había sido un éxito en L.A. y ahora, Kakashi lo había trasladado a Nueva York, en donde pidieron que la presentara. Estaba feliz, por supuesto, era el mundo reconociendo mi trabajo.

Cuando llegamos, Kakashi ya estaba allí y nos regaló una sonrisa al vernos, se notaba por sus ojos.

-Suban, suban, es en el cuarto piso.- nos dijo, dándonos la mano.

Sin duda era un edificio algo grande, tenía cinco o seis pisos, no estaba muy segura; pero en Nueva York todos los edificios eran así.

-Vamos, faltan menos de treinta minutos.- me instó Lee, empujándome por la espalda.

Al entrar al edificio el aire acondicionado me golpeó el rostro. Afuera ya era frío, ¿por qué no mantenerse cálido adentro? Últimamente así eran mis pensamientos, triviales y sin importancia. Lee y yo subimos por el ascensor hasta el piso cuatro.

-Ey, ¿cómo estás?- me preguntó, poco antes de que las puertas se abrieran.

-Perfectamente.- contesté.

No es que fuera mentira, pero tampoco era completa realidad. Por supuesto, físicamente estaba de maravilla, emocionalmente...bueno, era preferible no hablar de ello. Me sentía estúpida, tonta, como si fuera la niña nerd de la que todos en el colegio de burlan.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, lo primero que vi, más allá de la gente, fue la vista a través de las grandes ventanas; los edificios y rascacielos se expandían gloriosos hacia el cielo por todo Nueva York.

-Vaya.- exclamé y escuché la expresión de asombro de Lee.

Luego otra cosa captó toda mi atención, era un espacio un poco más pequeño que el de la primera exposición, por lo tanto, las fotografías estaban más juntas, observándome. Quise borrar con una sacudida de cabeza el recuerdo que me vino a la mente al velas , a fin de cuentas, volver a ver a Sasuke no había resultado tan bueno.

Los minutos transcurrieron rápidos y mientras veía gente ir y venir observando mis fotografías se hizo tedioso. No es que no me gustara la expresión de fascinación de la gente al verlas, pero quería exponer otra cosa, otras fotografías, algunas más recientes, algunas que no me dolieran y no hablaran en mi imaginación. Comencé a contar los segundos, no encontrando otra cosa que hacer, y cuando le sonreía a la gente, empezaba otra vez desde cero. Así se me fue un buen rato.

De pronto, entre el murmullo de la gente, escuché algo de...¿música? Mi mente preguntó y giré completamente desorientada, ¿de dónde provenía? ¿Por qué se me hacía conocida? No era la única que lo oía, todos giraban sus cabezas y comenzaron a amontonarse en las ventanas.

El corazón se me detuvo cuando escuché su voz.

Lee, que estaba también en el tumulto de gente me miró de prisa.

-Ven a ver.- lo oí apenas decir y obligué a mi pies, de pronto, agarrotados músculos a moverse.

como pude, me abrí paso torpemente entre la gente, porque a pesar de que mi razón iba siempre en desacuerdo con la coas latente bajo mi pecho, esta vez sabía que era algo real, algo de lo que me corazón no saldría lastimado después, y entonces obedecía perpleja. Cuando por fin logré llegar hasta la gran ventana, media atontada aún, apoyé las palmas de mis manos contra el cristal, haciendo que me humedeciera por el repentino sudor que desprendieron; posé mi vista en la azotea del edificio continuo y entonces lo vi.

SasuSaku |Manual de lo prohibido|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora