Capítulo 1: Roomates

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El barullo es casi insoportable. Su cabeza palpitaba de forma incesante. Entreabrió sus ojos para que luz lo cegara empeorando el dolor de cabeza presente. Los cerró al acto dejándose desplomar sobre aquel maltrecho sillón.

Andado Sonic – escuchó decir cual eco distante.

Estaba seguro que había balbuceado algo en señal de respuesta, pero estaba tan fuera de sí que no supo ni descifrar sus propias palabras.

Algo o mejor dicho alguien tomó de su brazo y lo obligó a ponerse en pie y caminar, y vaya que lo agradecía, pues en ese momento sentía que el piso daba vueltas en un insufrible vals que pretendía matarlo lentamente.

¿Es la tercera o cuarta vez este mes? – oyó una pregunta con un obvio dejo de reclamo, una que no iba dirigida para él.

Cuarta– escuchó por respuesta.

Sonic entreabrió sus ojos para distinguir a su mejor amigo caminar delante de él. Sus amigos habían llegado por él. Otra vez.

–¡Gracias Tails, no sé que haría sin ti! – esa voz detuvo la marcha del zorro y la suya. Él conocía esa voz mejor que ninguna otra.

–Es Miles– corrigió cortante –Andado– ordenó a quienes lo acompañaban para continuar su camino.

–... ¿Fiona? – soltó Sonic apenas audible, rehusándose a andar.

La zorra dirigió su atención a él soltando un pesado suspiro al ver su condición y así dar media vuelta si decirle nada, perdiéndose entre la multitud, ignorando su vago llamado.

Los ojos de Sonic se prendieron en ella y en su andar hasta que fue obligado a continuar, dejándolo atrás.

No supo mucho después de ese incidente. Sonidos y vagas imágenes que iban y venían en sus breves estados de conciencia, aunque estaba seguro que había dicho el nombre Fiona varias veces dentro de las incoherencias que había mencionado.

No te preocupes yo llegaré a ti...– esa voz lo trajo de regreso.

Sonic entreabrió los ojos para sentir las luces de las callas cegarlo con su intensidad y el frío de la noche acogerlo en su seno.

–...¿Amy? – murmuró cual delirio.

Con torpeza buscó a la eriza de pelo rosa con la mirada, pero no lograba distinguir nada realmente, su cabeza palpitaba fuertemente. Seguramente otra alucinación causada a su indebida ingesta de alcohol, una que agradecía que fuera sólo eso, otra alucinación, o en este caso, una pesadilla.

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Un zumbido distante y constante lo alertó del nuevo día, uno que iniciaba con un familiar dolor de cabeza, tal vez demasiado familiar. Sonic colocó una almohada sobre cabeza, intentando acallar aquel incesante zumbido, hasta que por fin su desesperación pudo más que el dolor que lo acompañaba, abriendo así sus ojos, somnoliento.

Los rayos del sol se colaban por su ventaba en una suave caricia, molestando su visión. Tapó parcialmente sus ojos con su antebrazo, sintiendo su cabeza palpitar ante el anunció del nuevo día, uno que había despertado antes que él.

Sonic se sentó sobre su cama, intentado recordar cómo había llegado ahí, pues lo último que recordaba era haber estado la fiesta de la fraternidad de su novia y luego de un juego de "fondo", había tomado suficiente alcohol para no querer volver a probar una cerveza en su vida.

No tenía memorias de haber llegado al apartamento, menos aún... y ahí recordó a Fiona y su expresión de decepción.

Sonic abrió sus ojos de golpe sintiendo un sudor frío recorrer sus sienes. Buscó con frenesí su celular para encontrarlo sobre la mesa de noche y así ver las 23 llamadas perdidas y los 105 mensajes de Fiona.

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