Capítulo 70: Invitados Inesperados

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Las agujas del reloj se movían de manera sincrónica acrecentando su ya insufrible ansiedad. Tomó su sexta copa de champan de un solo trago; a este punto era lo único que parecía alivianar los pensamientos intrusivos que sólo aumentaban según el tiempo pasaba y ella seguía sin aparecer.

Tails vio su reloj una vez más percatándose que ya habían pasado dos horas desde el inicio de la fiesta y Zooey aún no se presentaba a la misma. Buscó con la mirada entre los estudiantes que llenaban el salón aquella noche; un mar de rostros desconocidos en su mayoría, los cuales seguían llenando el inmenso salón de baile; sin rastros de ella.

Tomó otra copa para ayudarse a alivianar la exacerbante ansiedad. Con cada trago su cabeza se sentía un poco más ligera y sus pasos un poco más torpes. Sacó su móvil de su bolsillo para verlo con una mirada endurecida y una expresión febril. No había ningún mensaje, y la verdad era, que no tomaba el valor necesario para escribirle, no se diga llamarla. ¿Qué pasaba si se había arrepentido? ¿Si había decidido cancelarle al último momento?

Tails sacudió su cabeza suavemente para así guardar su teléfono, prologando el silencio entre ambos. Soltó un suspiro de derrota, sabiendo que no podía con un rechazo así, no después de todo el valor que le había tomado siquiera haberle pedido esa cita.

El ambiente animado y ruidoso empezó a asfixiarlo. Yacía en un rincón del salón como si fuera un colado más a su propia fiesta, una donde no podía sentirse más fuera de lugar. La habitación empezó a cerrarse sobre él y la sensación de ser pequeño e insignificante se apoderó de su raciocinio; necesitaba aire.

Tails se sujetó de la mesa de aperitivos a su lado desabotonando el primer botón de su camisa en un intento de no asfixiarse, cuando en eso observó las grandes puertas de cristal que dirigían al jardín oeste de la mansión. Una salida y posiblemente una pausa al caos que yacía.

Se encaminó un tanto torpe gracias a su indebida ingesta de alcohol para así dejar el bullicio de la fiesta atrás al pasar el umbral, respirando el aire fresco del jardín frente a él. Llenando sus pulmones de éste y aliviando la tortura de sus pensamientos.

El frío inclemente de la noche le recordaba que seguía siendo invierno y la luna llena sobre el firmamento que se encontraba solo.

Tails se recostó sobre un barandal de concreto para así fijar su vista al astro brillante de luz que iluminaba la noche. De nuevo aquellas emociones que había intentado ahogar en champaña costosa empezaban a florecer dentro de él.

–Odio las citas... – murmuró frunciendo el ceño a la luna que gravitaba sobre él –Sonic y los demás lo hacen ver tan fácil– suspiró con impotencia para que su ceño fruncido se borrara poco a poco.

El recuerdo de su relación con Cosmo vino a él, el recuerdo de como en la clase de química su mano había tocado la de ella de manera accidental ocasionando que ella le sonriera de manera tranquilizadora, dándole el valor de invitarla a salir. No había sido la propuesta elaborada que Sonic y Knuckles lo habían adiestrado en decir, pues cuando se dio el momento no fue necesario aquel sermón que había memorizado. Tails recordó como ella se había presentado antes del tiempo acordado en aquella parada de autobús que los conduciría al parque de diversiones y como ella había dado el primer paso para besarlo suavemente sobre su mejilla dándole a entender que podía acercarse aún más. Todo había funcionado tan natural durante su relación con Cosmo, sin presiones.

Todo lo contrario a lo que sucedía ahora a su criterio.

–...Nos extraño – sintió como un conocido vacío llenaba su pecho y la sensación de escozor en sus ojos le recordaba de aquella herida que no había sanado del todo –Todo parecía más sencillo contigo – admitió con una sonrisa quebrada.

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