Estaba realmente agotado, había comenzado a quedarme dormido en esa sala de espera. No sabía ni cuánto tiempo llevábamos ya ahí, pero de lo que si estaba seguro es que mi madre no iba a estar nada contenta cuando llegara a casa. Ya era demasiado tarde; miré el reloj que estaba colgado en la pared y este marcaba la 1:30 de la mañana. Se supone que debía estar en casa a las diez...
Lennon y Esaú estaban sentados a lado mío igual de cansados. Al final, Chucho no había salido tan lastimado del disparo que recibió en el brazo; fue más un rose que otra cosa, aunque a Oscar no le había ido tan bien.
En un principio, Oscar no quería ir a un hospital, por todas las preguntas que pudieran hacernos los doctores, así que se me ocurrió montar una mentira en la que les dijéramos que habíamos sufrido un intento de asalto. El tipo se había puesto nervioso, abrió fuego, y yo al intentar arrebatarle el arma, terminé lleno de golpes. En un principio sonaba algo estúpido, pero cuando llegamos de emergencia, los doctores parecieron tragarse el cuento.
Cuando se llevaron a Chucho y Oscar a la sala de emergencia para que los curaran, estuvimos sentados ahí como una o dos horas, hasta que una amable enfermera apareció entre los pasillos, se ofreció a curarme todas las heridas y moretones que tenía en el cuerpo. Al principio quise negarme, pero luego de ver mi rostro en el reflejo de los cristales de la sala, supe que si necesitaba atención. Así que, sin muchas opciones, fui con la enfermera a que me curara.
—Intenta no moverte mucho chico, ya casi terminamos —me dijo la enfermera suavemente mientras terminaba de curarme el rostro y mis nudillos—. ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
—Arthur...me llamo Arthur —le dije con dificultad intentando no hacer muecas por el dolor.
—Bueno Arthur, créeme que de todos los pacientes que alguna vez atendí, tú debes ser por mucho el más valiente que me ha tocado. Tu madre debe de estar muy orgullosa.
—Si... —le contesté desanimado. Aún tenía que pensar que carajos le iba a decir. Pero de lo que estaba seguro es que no iba a estar nada contenta.
—¿Qué tienes? Hiciste algo muy valiente. Salvaste a tus amigos. Cualquiera estando en tu lugar se hubiera paralizado el miedo. A mí me han asaltado dos veces, y créeme que después me cuesta mucho trabajo dormir.
—Pfff, supongo que fue la adrenalina —le dije mientras reía—. De todas maneras, el muy desgraciado logró escapar.
—Pues si la paliza que le diste fue tal y como la contaron tus amigos, no creo que el tipo vuelva a tener muchas ganas de volver a robarle a alguien.
—Eso quiero creer, ya hay demasiadas ratas en esta ciudad.
—Bueno...pues ya está —me dijo mientras terminaba de ponerme la última vendita—. En unas semanas volverás a estar como nuevo, solo que intenta no hacer mucho esfuerzo con las manos, o los puntos se volverán abrir.
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Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)
ActionArthur es un chico que nunca tuvo el dinero que a él le hubiera gustado. Mudarse a la gran ciudad no fue un buen cambio de aires. Odia su escuela y su madre cada vez empeora más de salud. La chica a la que ama está con otro y el departamento que su...