Capitulo 19

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—Tu oído está bien, ya relájate ¿Quieres? —le decía a Lennon, mientras intentaba vendarlo.

—¿Estás seguro? Porque aún me sigue zumbando.

—Que si, está bien, solo estás aturdido, pero si sigues tallándotelo así el zumbido no se va a ir a ningún lado.

Nos encontrábamos en el sótano de Oscar, mientras planeábamos que es lo que íbamos a hacer. Él se encontraba contando y organizando el dinero de la maleta que habíamos recuperado sobre la mesa, mientras yo intentaba vendar a Lennon en su oído, ya que la bala había logrado rozarle, ocasionando que le sangrara y además no parara de dolerle. Chucho tenía un par de moretones y cortadas ocasionados por la pelea y los continuos choques violentos que habíamos tenido en nuestra pequeña persecución; al igual que todos nosotros, pero nada que no arreglaran un par de banditas adhesivas.

Afuera ya había comenzado a llover bastante fuerte, aparte de que el cielo se había oscurecido bastante; por lo que estar en el sótano de Oscar resultaba ser un poco acogedor; además de que eso nos daba un poco de tiempo para pensar las cosas y saber cómo es que resolveríamos los asuntos que teníamos pendientes.

—Bueno, tengo un par de noticias buenas y otras no tanto —exclamó Oscar en cuanto terminó de contar el dinero.

—¿Y cuáles son? —respondió Esaú indiferente sentado en una de las esquinas del lugar, mientras fumaba un cigarrillo.

—Pues las buenas son que, recuperamos todo el dinero. Juraba que al menos habíamos perdido un par de fajos de billetes, pero no. Todo parecer estar aquí —dijo mientras extendía con las manos toda la mesa cubierta de billetes—. Y como al parecer no perdimos nada, entonces podré pagarles lo que les prometí.

—¡Bien! Eso es lo más justo, sin mencionar que prácticamente hicimos todo el trabajo por ti —dijo Esaú mientras se ponía de pie, y apagaba el cigarro en uno de los ceniceros sucios que Oscar tenía.

—Tranquilo viejo, ni siquiera les he dicho cuáles son las malas noticias.

—¿Entonces? ¿Cuáles son? -dijo Chucho terminado de colocarse el último curita en uno de sus brazos.

—Pues que prácticamente no terminamos de hacer la última entrega. Aún tenemos que colocar esos paquetes en el coche de aquel callejón. Si no lo hacemos a más tardar mañana, los tipos que dejaron el dinero creerán que los traicionamos y nos irá realmente muy mal.

—Bueno, eso no es tan problemático —mencioné—. Vamos mañana, rezamos porque no haya otra banda de lunáticos que nos quera robar, lo dejamos y nos largamos. Y ya, sin tanto problema.

—El otro problema...es sobre que el coche de Chucho está prácticamente destruido. Y tenemos que repararlo para que no genere sospechas, pero no va ser tan barato. Bueno yo espero que si lo sea.

—¿Entonces que sugieras?

—Lo más justo que se me ocurrió, fue quitar 50 dólares de paga de cada uno. Y ese dinero lo utilizamos para reparar todo el auto.

- ¿50 dólares? Esos serán 200 dólares en total. O me quieres ver la cara de estúpido, o casi casi te quieres comprar otro auto.

—Ya sé que es caro, pero no creo que comprar otro automóvil sea lo más práctico. Y es tan caro, porque no cualquier taller te va a reparar con mucho gusto los agujeros de bala que están en la coraza o en el parabrisas —comenzó a refutar Oscar.

—Eso tiene un poco de sentido si lo ves por un lado Esaú —le comenzó a decir Chucho—. El auto esta reamente jodido. Tiene agujeros, abolladuras, raspones por todas partes y literalmente las ventanas fueron reventadas en miles de pedazos.

Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora