—¡Detente ahí! —gritó uno de los policías.
Ni siquiera me molesté en mirar hacia atrás. Mi cabeza plantó un temor absoluto con el hecho de imaginar de que me pudieran atrapar. Tenía que correr hasta donde mis piernas me lo permitieran, sin perder ni una milésima de tiempo.
Como aún era de día, las calles seguían bastante llenas de gente, lo que me daba una ventaja y desventaja al intentar huir de los policías. La ventaja era de que si me lograba ocultar bien, tal vez pudiera perderme entre la multitud, pero la desventaja era, que si no lograba ser lo suficientemente ágil, las mismas persona podrían cerrarme el paso, y esa sería mi perdición.
Tenía que escapar de esa zona como fuera lugar. Recordé que tenía monedas sueltas en mis bolsillos, lo que me daba la posibilidad de, en cuanto perdiera de vista a esos imbéciles, subirme a algún autobús, y perderme entre la ciudad. Pero si no lograba ser lo suficientemente rápido, los malditos policías podrían ver el autobús en el que me suba, y gritarle al conductor que se detenga. Tenía que perderlos de vista; y fue en ese momento, en el que vi mi mejor oportunidad. ¿Qué mejor que el centro comercial?
Corrí como nunca antes lo había hecho en mi vida hacia la entrada del centro comercial. La gente obviamente me miraba extraño, y hasta con miedo cuando me veían correr hacia toda velocidad. En un momento, no pude controlar mi velocidad, y no fui capaz de esquivar a un pobre repartidor de pizzas que estaba por entrar a una casa a hacer su entrega. El pobre chico no supo que lo golpeó cuando él y la pizza yacían tirados en el suelo. Yo por poco perdí el equilibrio y caía al suelo también, pero pude mantenerlo, y seguir corriendo, mientras le gritaba al pobre chico un perdón.
Los policías obviamente seguían atrás de mí; podía escucharles gritar que me detuviera, y todo tipo de maldiciones hacia mi persona. Creo que estos sujetos de haber sabido que era tan rápido, me hubieran perseguido con la patrulla. Si ese hubiera sido el caso, yo ya estaría esposado.
Seguí corriendo como todo un atleta. Mi corazón no paraba de palpitar de la adrenalina y miedo que sentía en ese momento, como también en mi frente ya podía sentir las gotas de sudor que comenzaban a resbalar. Tenía que lograr salir de esta, sabía que podía hacerlo.
En cuanto llegué a la entrada del centro comercial, entré muy frenéticamente, casi resbalándome por la velocidad en la que iba, y me detuve un par de segundos para saber hacia dónde correría. Pero deje de pensar en alguna estrategia de inmediato, cuando escuché a los policías estar detrás de mí.
Corrí hacia el primer lugar al que mi cerebro pensó, que fueron las escaleras eléctricas, hacia el segundo piso. Estaban repletas de gente, lo que hacía que no me quedará otra opción más que abrirme paso entre codazos y empujones. Voltee a ver hacia atrás un minuto, y observe que uno de los policías ya venía detrás de mí, mientras que el otro estaba de pie en la entrada del centro comercial, hablando por medio de una especie de radio en forma de teléfono. Era más que claro que estaba pidiendo refuerzos dentro del centro comercial.
Finalmente pude llegar al final de las escaleras eléctricas en medio de golpes y empujones. La gente ya me estaba mirando raro, y el maldito policía que iba detrás de mí no dejaba de gritarle a la gente que me detuviera. Si esto seguía de este modo, la multitud de gente ya no sería una ventaja, y se volvería en mi contra.
Lo que tenía que hacer ahora, en ese momento, era buscar la salida trasera del centro comercial, y tal vez así poder al fin perderlos de vista. Corrí por los pasillos sin detenerme, empujado y hasta atropellando gente. De hecho, pasé por una pareja que iba agarrada de la mano, y mi golpe con la chica fue con tal suerte, que la derribe por accidente. Su novio, como era de esperarse, se puso furioso conmigo, y comenzó a insultarme de todas las maneras posibles. Llamar la atención fue el peor error que pude haber cometido. Ahora todo el mundo en ese lugar me estaba mirando confusos. Debía parecer algún tipo de ladronzuelo que apenas había salido de un atraco, e intentaba huir de la policía.
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Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)
ActionArthur es un chico que nunca tuvo el dinero que a él le hubiera gustado. Mudarse a la gran ciudad no fue un buen cambio de aires. Odia su escuela y su madre cada vez empeora más de salud. La chica a la que ama está con otro y el departamento que su...