Chucho movió la palanca de velocidades y después piso el freno. El auto salió disparado de la calle, entrando a la avenida de la ciudad por donde se habían ido los tipos del auto rojo, dejando el cadáver de su colega atrás.
—¿Pero qué demonios le hicieron al motor del carro? —preguntó Chucho el cual estaba sorprendido de la velocidad que había tomado.
—El tipo del taller lo mejoró de todo, hasta donde alcanzaba las capacidades de este claro. Bueno, el motor ya estaba muy viejo y supongo que pensó que sería buena idea si lo cambiaba —le respondió Oscar.
—Entonces esto será más fácil de lo que pensé
No tardamos mucho en localizar a los bastardos del automóvil rojo. Estaban manejando tranquilamente sin llamar mucho la atención de los demás conductores. Supongo que habían creído que nos habían dejado atrás, pero se llevaron una enorme sorpresa cuando se dieron cuenta de que literalmente ya estábamos justo atrás de ellos. Los tipos en un intento por perdernos, comenzaron a maniobrar ágilmente entre los demás coches, con la esperanza de que nosotros nos estrelláramos con alguno de ellos. Pero Chucho no se quedaba atrás. Giraba el volante bruscamente, haciendo que todos adentro del auto todos nos sacudiéramos de un lado a otro. Estuvimos muchas veces cerca de estrellarnos con alguno de los autos, pero Chucho nos salvaba en el último segundo.
Ya habíamos salido de la avenida y ahora nos encontrábamos en una especie de carretera elevada donde los autos iban mucho más rápido. En cuanto volvimos a alcanzar a los tipos del auto rojo, Oscar tomo la escopeta del sujeto que había matado; la recargó, luego jaló el guardamanos y le dijo algo a Chucho.
—Intenta ponerte justo al lado de esos bastardos y cuando te diga, bajas la cabeza.
Chucho intentó hacer lo que Oscar le había pedido, pero el auto rojo no dejaba de moverse como si de una lombriz se tratara. Si seguían así los que iban a chocar serían ellos y no nosotros. Al final Chucho logró alcanzarlo y ponerse justo a su lado. Los tipos del auto rojo giraron el volante hacia nosotros y nos chocaron lateralmente en un intento de poder desviarnos pero Chucho no iba a ceder en perder el control del auto. Ahora los dos autos iban pegados yendo a toda velocidad.
—¡Chucho, abajo! —le gritó Oscar el cual apuntó la escopeta a la ventana del copiloto del auto rojo. Chucho agachó la cabeza y Oscar colocó la boca del arma justo atrás de su nuca para que no hubiera manera de que le disparara por accidente.
Las balas salieron, e impactaron en la ventana del autor ojo, las cuales se rompieron. Pero al parecer eso no fue suficiente para que el tipo que iba en el asiento del copiloto muriera. Lleno de sangre por los cristales que se le habían enterrado, sacó su pistola por la ventana y comenzó a dispararnos. Chucho, quien prácticamente estaba sordo por el estruendoso sonido de la escopeta, inmediatamente dio un giro brusco y nos separó del automóvil. Las balas habían dado en uno de los espejos retrovisores, y en las puertas del carro.
—Hijos de perra —maldijo Oscar mientras volvía a jalar los guardamanos de la escopeta para volver a disparar.
Pero antes de que Chucho pudiera repetir la misma maniobra para acabar con el tipo en el asiento del copiloto, el conductor del coche se metió en uno de los carriles opuestos, con la ligera esperanza de que ahora si pudiera perdernos.
Pero Chucho ni se inmutó. Volvió a mover la palanca de velocidades y se metió al carril contrario dispuesto a seguirlos. En ese momento, desesperado, comencé a rezar por que ninguno de los automóviles nos lograra chocar, o estaríamos más que muertos. Pero milagrosamente, después de muchos giros violentos, los tipos del auto rojo volvieron al carril correcto. Chucho, ésta vez más confiado por que la carretea ahora estaba casi despejada, piso el acelerador y decidido chocamos de frente contra la cajuela del auto rojo. Este no se detuvo por nada, pero mientras Chucho seguía aumentando más y más la velocidad, solo era cuestión de segundos para que ellos lograran perder el control.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)
AksiArthur es un chico que nunca tuvo el dinero que a él le hubiera gustado. Mudarse a la gran ciudad no fue un buen cambio de aires. Odia su escuela y su madre cada vez empeora más de salud. La chica a la que ama está con otro y el departamento que su...