Capitulo 4

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Llegué casi 10 minutos tarde al trabajo, y por supuesto que el gerente nada más me vio llegar, comenzó a gritarme y regañarme. Sí que era un pesado, no me había tardado tanto, solo habían sido 10 minutos. En fin, nada más llegar, me pusieron a lavar la pila de trastes sucios. Los cocineros como siempre gritando corriendo de un lado a otro igual que los meseros. Mientras los lavaba, me quedé pensando sobre lo que me había dicho Oscar. 500 dólares era muchísimo dinero, pero nada era gratis en este mundo, así que todavía tenía que saber qué carajo se suponía que tenía que hace para ganarme esos 500 dólares. Pero mi mente no se estaba preocupando por eso, estaba pensando en que era lo que iba a hacer con ese dinero una vez lo tuviera.

Probablemente sería llevar a mi madre a una buena clínica para que la revisaran bien, y después comprar todos los medicamentos que le recetaran. Después, tal vez si me sobraba un poco de dinero, me compraré una chaqueta nueva y decente, la que tenía estaba ya llena de parches y hoyos que se habían formado por el paso del tiempo. Unos zapatos decentes, y ¿Por qué no? Hasta incluso un reloj de mano. Nunca había tenido uno, y siempre me habían fascinado. Pero estaba especulando demasiado, no podía hacer todo eso con sólo 500 dólares, pero era bueno soñar, y saber que podías cumplir ese sueño dentro de poco.

Mientras yo estaba en mis fantasías, oí como el jefe de cocina me gritaba que me apurara, ya que necesitaban platos, haciendo que me sobresaltara, y comenzara a lavarlos más rápido. Este trabajo sí que era una mierda, ni siquiera tenía una esponja decente, quería que lavara platos como todo un profesional con una cosa vieja, sucia y llena de agujeros ¿Con qué puto derecho se ponían exigentes? Y ni siquiera al paga era buena, estoy seguro que es menos que el salario mínimo en este maldito país.

En fin, estuve trabajado un par de horas más, y cuando me fijé en la hora, ya eran las 6:45 pm. Si me quería ir a ver a Oscar, tenía que salir de ahí ya. Terminé de lavar los trastes que me quedaban, pero daba igual, ya que el fregadero se llenó de nuevo al instante, y me dirigí a la oficina del gerente. Toqué la puerta, y recibí de adentro un "Pase". Ahí encontré a ese sujeto gordo, con traje caro, hablando por teléfono, mientras alrededor de su mesa estaba llenas de papeles y cuentas. El gerente al verme parado frente suyo, decidió terminar su llamada, y prestarme atención.

—¿Qué pasa Arthur? ¿Qué quieres?

—Señor...es que, tengo un compromiso a las 7, y pues quería ver si me daba chance de acabar mi turno ahora.

—¿Qué? Tu turno acaba a las 10 amigo, me estas pidiendo irte 3 horas antes.

—Si lo se...pero es importante.

—¿Importante? Y ¿Crees que para mí esto no es importante? Tengo que mantener este negocio a flote chico, ¿Quién crees que me va a lavar los trastes esas 3 horas que tu no estés?

—No lo sé señor, tal vez uno de la cocina me pueda cubrir mientras yo... —fui interrumpido por la risa de ese imbécil.

—Mira chico, te diré algo que se te tiene que quedar gravado en tu cabeza para toda tu vida. "El tiempo, es dinero" Y nunca puedes malgastar el tiempo. Si quieres te puedes ir, pero no creo que te pueda pagar esta quincena.

—Espere, ¿Qué?

—Como lo oíste. Si tú te vas, aunque sean 3 horas, yo pierdo dinero, y como no quiero perder mi dinero, se tendrá que cobrar de tu bolsillo.

—Espero que sea una puta broma —dije ya molesto

—¡Eh, esa boca!

—No puede no pagarme mi quincena, estuve como jodido esclavo lavándole sus putos trastes toda la semana, necesito ese dinero, y usted lo sabe.

Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora