Capítulo 12

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Últimamente, mientras mejor duermo en la noche, más me cuesta poder levantarme de la cama. Hoy sí no tenía para nada ninguna intención de ir a l escuela. Estaba decidido a hacerme el enfermo, y faltar todo el día, y solo quedarme en las suaves sábanas de mi cama, sin nada que hacer. Solo cerrar los ojos, y relajarme. Pero ese vago deseo desapareció en cuanto escuche a mi mamá gritarme desde la cocina que se me estaba haciendo tarde para el colegio. Se me hizo muy extraño que mi madre se hubiera levantado a estas horas. Ella normalmente se despierta un poco después de que yo me hubiera ido al colegio.

En fin, me levanté de la cama, y me comencé a cambiar de ropa. No tenía ninguna intención de llevarme mi chaqueta que ayer los malditos policías se habían encargado de destrozar una de las mangas. Pero no tenía otra chaqueta, esa era la única que tenía, así que no me quedaban más opciones. Era eso, o irme sin ninguna clase de abrigo, y al parecer ayer había estado lloviendo, así que hoy en la mañana había amanecido nublado, lo que significaba que hacía un frío del demonio. Además, hoy tenía que ir a una clínica para que me dieran un par de medicinas "especiales" que mi madre debería de estar tomando por lo menos 6 semanas. Así que tal vez si me sobraba algo de dinero una vez compradas esas pastillas, tal vez compraría una chaqueta. Tal vez.

Cuando llegué a la cocina, mi madre ya estaba despierta preparando el desayuno, y la sorpresa fue aún mayor cuando vi un sándwich en una bolsa de papel, lista para que me la llevara.

—Hijo, me da gusto que ya te hayas levantado. Te prepare un sándwich para que te lo lleves a la escuela, y puedas desayunar allá —me dijo mientras ella seguía moviéndose por al cocina preparando algo.

—Gracias ma, me vendrá bien comer algo allá. Pero deberías de quedarte dormida. El doctor dijo que el reposo era algo importante en el tratamiento—dije mientras lo tomaba, y lo guardaba en mi mochila.

—Por favor hijo, tampoco soy un saco de papas que está arrumbado en ese viejo sillón mirando a tele todo el tiempo. Además para preparar el desayuno no se necesita hacer un gran esfuerzo. Anda, vete a la escuela, ya se te está haciendo un poco tarde.

Ya no tenía caso discutir con mi madre. Si ella quiera preparar el desayuno, lo iba a hacer. Me despedí de ella dándole un beso en la mejilla, y me fui hacia el autobús. Y como siempre, las malditas calles seguían atascadas, y el humo de la ciudad seguía siendo tan asfixiante como siempre.

Pero bueno, llegué a la escuela, y estaba listo para otro y fastidioso día aburrido, cuando me encontré a Chucho y los demás parados en la entrada.

—Hola, ¿Qué rayos hacen aquí? ¿No van a entrar a clases? —les pregunté.

—No...hoy no tenemos ganas ninguno de nosotros en entrar, pasaremos el día en el estadio de la escuela. Por si es que quieres venir con nosotros –respondió Chucho. 

Se me había olvidado mencionar que la escuela tenía algo así con un pequeño estadio. Era como una gran cancha de fútbol o fútbol americano. Dependía de que sería el partido. No era bastante grande, pero tenía un tamaño bastante considerable. Normalmente siempre estaba vacío, así que si lo que querías era pasar el día en absoluta soledad, el estadio era el lugar perfecto.

En cuanto llegamos, como me lo imaginaba, el lugar estaba completamente solo. Nos sentamos en las gradas que estaban hasta arriba, donde podíamos ver toda la cancha de pasto, y Esaú sacó una cajetilla de cigarros. Encendido uno con el típico encendedor de metal, y comenzó a fumar tranquilamente mientras veía a la nada. Estuve ahí sentado bastante nervioso, pensando en que palabras usar, y como decirles exactamente que ahora tenían que trabajar para Oscar, cuando Esaú comenzó a hablar de la nada

—Lo que paso ayer estuvo medio intenso ¿No? —comentó Esaú mientras escupía el humo de su boca.

—Si, ayer mis padres casi enloquecen cuando me vieron llegar a la casa sin el auto —dijo Chucho entre risas.

Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora