Capítulo 34

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—Por un momento creí que no aparecerías. Ya es tarde —me dijo Oscar solo de verme.

—Cierra la boca —le respondí molesto mientras me subía al auto en la parte trasera, con Esaú y Lennon.

El clima de la nada se había puesto nublado, y una fuerte lluvia comenzó a caer sobre nosotros, empapando toda la ciudad. No pude evitar en pensar en Astrid y desear que se encontrara bien, que ya hubiera llegado al centro de rehabilitación. Si todo marchaba bien, intentaría ir a visitarla mañana a primera hora, para compensar al menos la putada que Oscar me obligó a hacerle.

—Bueno... ¿Y ahora qué? —le preguntó Chucho a Oscar con las manos en el volante.

—Si los que me dieron la información no me tomaron el pelo, Anthony debe de estar saliendo de uno de los almacenes que están en la costa.

—¿El mismo de la otra vez? —preguntó Lennon.

—No, es otro diferente. Está a unos kilómetros más al este. Se supone que el bastardo no tiene nada, o casi nada de seguridad, es lo que no estoy tan seguro. Tendría que estar únicamente con 3 o 4 guardias.

—¿Qué es lo que haría el en un almacén? —le cuestioné. Tenía el presentimiento de que fuera una trampa o algo parecido, ya que se me hacía demasiado conveniente todo eso.

—No lo sé Arthur ¿Acaso importa? Solo tenemos que matar al desgraciado.

—¿Y si es una trampa? —Lennon me robó las palabras antes de que yo pudiera decirlo.

—No...no creo que sea una trampa.

—¿Qué te asegura que no lo sea? —le debatió Esaú.

—No es una trampa ¿De acuerdo? Los que me dieron la información son confiables. También quieren deshacerse de los Lirios.

—¿Solamente tienes su palabra como garantía? —No podía creer que fuera tan estúpido.

—¡No es una trampa! maldición ¿Podrían escucharme aunque fuera una sola maldita vez?

—Pfff, olvídenlo, ya estamos aquí —dijo Chucho mientras agachaba la cabeza—. Terminemos con esta mierda de una vez por todas.

—Esto es increíble —bufó Lennon claramente molesto, con una sonrisa sarcástica.

Así que... Era un puto salto de fe. Nada nos aseguraba que no nos estuvieran tendiendo una trampa. ¡Maldito Oscar estúpido!

—En fin ¿Qué mierda vamos a hacer cuando estemos haya? —Esaú se veía a igual de tenso. Todos estábamos tensos.

—Esperaremos a que llegue. Tenemos que estar demasiado atentos. No pasar desapercibida ni siquiera una mosca. Tenemos que asegurarnos de qué auto sale, cuántos hombres están con él, y con quienes están, si están armados y cuál es el calibre de estas. Tenemos que asegurarnos de todo.

—¿Y...como piensas hacer eso?

—Con esto —Oscar sacó unos aparatos raros que parecían unos juguetes. Ya las había visto antes, en algunas tiendas, y más recientemente en el centro comercial, pero no recordaba cuales eran sus nombres.

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Crónicas de un criminal. Trabajos sucios a precio barato (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora