Una fiesta normal.

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Capítulo 24/Adrik.

Los trabajadores se pararon en silencio y salieron en orden mientras hablaban en voz baja entre ellos. Generalmente yo era el último en salir de la sala de reuniones así que me quede sentado con mi teléfono en mano.

Cuando sentí que la sala estuvo vacía levanté mi vista y me sorprendí al ver a Miranda sentada aun en su puesto mirando un punto fijo en su agenda cerrada, con el codo apoyado en el posa brazos de la silla y se pellizcaba el labio pensativa. Sin decirle nada me levanté y ordene mis cosas aunque no alcance a dar ni dos pasos cuando me hablo sin moverse y sin dejar de mirar su agenda.

—¿Desde cuándo que te acuestas con ella?—pregunto bajito pero con un volumen que alcancé a escuchar.

—¿Cómo?—pregunté confundido.

—¿Que desde cuando te acuestas con ella?—volvió a preguntar.

—No sé de qué o sobre quien estás hablando.—me miro.

—¿Desde cuándo que te acuestas con Mackenzie?—me sorprendió su pregunta pero trate de no hacer notar mi asombro.

—No me estoy acostando con ella.—mentí y ella rio sin gracia.

—No soy tonta.

—Lo sé, pero no sé porque crees que me acuesto con ella si...

—¡Adrik los vi!—exploto y yo me quede en silencio porque contra eso no podía hacer nada—en la fiesta del viernes te estaba buscando y no te encontré en el salón así que pensé que estabas en tu oficina.—me explico mirándome.

Mierda.

—Vine a ver si estabas y lo primero que veo a apenas abrir un poco la puerta es ver como te la follabas sobre tu escritorio—hablo—esa perra saco su lado más malo en ese momento y ruego para que lo que vi se vaya de mi mente.—se levantó con sus cosas en mano dispuesta a irse pero la detuve.

—Miranda, mira, no te puedo negar lo que viste porque eso es imposible y yo te quiero pero no de la misma forma que tú lo sientes conmigo.—sonrió pero fue una sonrisa triste.

—Adrik, te quiero, pero al ver una escena que nunca quise ver, ya que sabía que si algún día la veía iba a abrir los ojos. Y paso. Abrí los ojos. Mackenzie tenía razón al decir que podía tener al hombre que quisiera en mi mano, te quise a ti en un momento y hace una semana atrás pero, ya no.

—Miranda...

—Solo espero que no te dañe y que la consigas a pesar que se vaya a casar porque se nota que de verdad la quieres. Y si algún día te llega a herir espero que tengas un amigo y hombro para sufrir y llorar. Porque yo ya no quiero ser más ese amigo ni hombro que está siempre ahí cuando te pasa algo.—hablo con voz suave y sincera.

No sabía que decirle y como no me salió el habla se fue dejándome solo en la sala llena de sillas y una mesa grande. Quería a Miranda, fue una gran amiga para mí y la jodi con ella muchas veces tanto en nuestra relación como en nuestra amistad a pesar de haberle hecho daño siempre estuvo ahí para mí y apoyándome en todo, pero creo que yo no hice lo mismo con ella. No quería perderla como amiga pero sus palabras se escucharon tan sinceras que sabía que para ella la amistad se había acabado.

Ahora entendí porque Kenz me había hecho esa pregunta con voz tan aniñada, solo por una razón y esa razón era Miranda. Por lo menos gracias a lo que vio ya no va estar más detrás de mí y buscándome cada que vez que puede pero ahora perdí lo que era lo más probable mi mejor amiga y eso me dolía un poco.

Tome bien mis cosas y salí de la sala cerrando la puerta para empezar a caminar hacia mi oficina.

Mis preocupaciones principales ahora eran la cena de acción de gracias del jueves y hablar con Mackenzie ya que lo que le dije le tuvo que haber dolido y al ver su expresión me arrepentí al instante. No la encontraba en la empresa y tampoco no tenía mucho tiempo para buscarla.
El jueves llego y la enana preparaba conmigo la cena en la cocina mientras la música ambientaba el lugar. Hacia frío pero no demasiado, así que eso no nos impidió cenar en la terraza la comida que preparamos.

La luz que perdimos\\luz-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora