Capítulo 38/Mackenzie.
Después de dos días volvimos a Los Ángeles, el viaje era solo por el fin de semana pero la verdad es que la pase muy genial y se sintió bien que estuviésemos todos juntos, aunque solo faltaba Adela.
La semana comenzó bien y tuvimos que volver a la empresa por ende, también al trabajo, todo iba excelente pero el miércoles no sabía que carajos me pasaba.
Megan estaba con sus audífonos y tecleaba en su computador sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor, yo intentaba hacer lo mismo pero no podía. Tenía mucho calor, un calor insoportable, me hice un moño con mi mano y me abanique la cara, tratando de que se me calmara, sabía que en California el calor era fuerte pero ese día pareciera que se intensificó más para mi. Los aires acondicionados estaban prendidos y me pareció extraño. Quería dulce, tenía unas enormes ganas de comer un dulce, cualquiera, pero que tuviera mucha azúcar. Me levante de mi asiento y fui a la máquina expendedora más cercana.
Saque una barra de chocolate y que no sé qué cosas más contenían pero me la comí en un segundo, fueron tantas las ganas que tenía de azúcar, que tuve que sacar otra y otra y otras más para después recién volver a mi escritorio, me pareció raro porque muy pocas veces se me antojaba algo dulce. Me dolían los pechos, demasiado y en la mañana me di cuenta que estaban más grandes de lo normal, mucho más grandes, el vestido que me puse hacia que parecía que fueran a explotar por el escote, así como si me hubiese puesto un corset de los siglos pasados. Me los acomodaba cada dos por tres ya que me daba algo de vergüenza que se me marcaran los pezones a través de la tela.
Y lo peor de todo.
Tenía unas ganas incontrolables de follar, necesitaba a Adrik, ahora. No sabía que me pasaba que estaba tan calentona pero necesitaba y quería follar con urgencia, quizás podía pasarme por su oficina en rato más, sabía que me ayudaría a calmar mis ganas. Me iba a llegar la regla, eso era. Trate de seguir trabajando en el libro que estaba traduciendo pero no podía, las ganas que tenía me ganaron. Fui lo más rápido que pude al ascensor y apreté el botón de su piso.
—Hola Anita.—trate de estar lo más normal posible—¿esta Adrik?
—Hola Kenz, no, está en una reunión, recién entro.—mierda.
Le agradecí y volví a mi puesto, iba a ir en un rato más, mejor dicho en horas, porque sus reuniones eran largas. Se me hizo eterno el tiempo pero cuando más o menos calcule que podía ir, Leila me detuvo.
—Mackenzie acompáñame.
Tomamos el ascensor y fuimos al piso de Adrik, que cabe la coincidencia que esta la sala de reuniones.
—Quiero que me acompañes en una reunión.
¡Maldición, no estúpida, yo quiero mi polvo con Adrik no una maldita reunión!
—Claro.—le sonreí.
No pude prestar mucha atención en la reunión, pensando en que lo tenía a él prácticamente al lado, podía dar unos pasos y calmar mis ganas, pero no podía, ni siquiera podía poner la excusa de que iba al baño o algo y tampoco no quería defraudar a Leila. Al final la reunión termino y cuando fui a ver si estaba, él ya se había ido, claro eran más de las siete treinta.
Tenía la esperanza de que estuviera en el departamento, mucho mejor si estaba ahí. Tome un taxi y apenas llegue subí lo más rápido que pude, entre al living y no lo sentía ni veía por ningún lado.
Era tanta mi desesperación que tire mi bolso y tacones por ahí en la sala y lo empecé a buscar por el departamento. Ay carajo no estaba en la habitación, fui rápidamente al segundo piso y no sé porque mis piernas se apretaron al escuchar las maquinas del gimnasio, fui hasta ahí y al entrar con solo verlo sentí que ya me había corrido y me dieron ganas de desnudarme ahí mismo.
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La luz que perdimos\\luz-2
RomantizmHan pasado cinco años desde la última vez que Mackenzie y Adrik tuvieron contacto. A lo largo de los años los dos lograron crear un fuerte e imponente carácter y personalidad. Mackenzie piensa que está en los mejores años de su vida, se graduó de la...