Viviendo la vida perfecta.

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Capítulo 1/Mackenzie.

—¿Dónde está la leche?, olvídalo ya la encontré, recuerda que hoy tenemos la cena de la asociación.

—Lo sé.—empecé a teclear en mi teléfono.

—¡Jake ven a tomar desayuno, vamos a llegar tarde!—grito Violeta—¿y tú en que te vas a ir?

—En la moto, primero me voy a juntar con Félix y después iré.

—Por favor no te entretengas tanto con Félix, que es algo importante Kenz.

—Lo sé tranquila.

Vi que mi hermano venia caminando por el pasillo con la calma más grande del mundo.

—Idiota vamos a llegar tarde a la universidad, por milésima vez.—Jake se encogió de hombros.

—Siempre llegamos tarde.—tomo una manzana y se encamino hacia la puerta.

—Tu hermano me va a matar a temprana edad.—tomo su termo con café con leche helado y me dio un beso en la frente antes de ir detrás de mi hermano.

—¡No se maten en el camino!—grite sonriendo.

—¡No prometo nada!—Violeta me devolvió el grito.

Solté una última risa antes de mirar hacia los ventanales, como siempre hacia un día soleado, caluroso y delicioso. En los cuatro años que llevaba en Los Ángeles, que muy pronto se convertirán en cinco, me había enamorado por completo, no nos costó para nada adaptarnos, a las semanas de haber llegado ya estábamos cómodos y metidos en nuestros asuntos hasta que no nos dimos cuenta que el tiempo se nos pasó demasiado rápido.

Logré graduarme con la carrera que siempre quise, cuatro años de sacrificio y constante estudio, madrugadas estudiando y litros de cafés en mi sistema valieron totalmente la pena. Porque sabía que después de tanto sacrificio iba a tener mi momento de relajo. Porque al graduarme con honores y con el mayor promedio hizo que me sacara un gran peso de encima.

Mis vacaciones lamentablemente estaban terminando, tenía que ir a la universidad a la semana siguiente por no sé qué cosa, no me habían querido decir por teléfono. Y tenía que empezar a ponerme las pilas para conseguir un trabajo digno y en el que pueda poner a prueba lo que había estudiado. A lo largo de los años Violeta y yo estudiamos y trabajamos al mismo tiempo, luego se unió Jake en la tarea de trabajar y logramos conseguir un buen mantenimiento económico entre los tres, Violeta se compró su auto, cosa que también en la gran mayoría la ayudaron sus padres y yo me compre mi moto.

Me levanté del sofá y me dirigí a la barra de la cocina para tomar la leche que había dejado Violeta y prepárame panqueques. Puse música desde mi teléfono mientras preparaba la masa moviendo las caderas al ritmo de la canción. Al terminar de comer vi la hora en mi teléfono y eran recién las once de la mañana, no me iba a juntar con Félix hasta las dos para almorzar y la cena de la asociación no era hasta las ocho de la tarde. Me encogí de hombros y decidí salir a trotar.

Me encanta la vibra que daba la gente en este lugar, eran alegres, felices, seguramente tenían preocupaciones pero no las hacían notar, con estar media hora en la playa de esta ciudad te relajabas al instante y llegabas como nuevo a tus ocupaciones.

Después de correr como por hora y media, el calor pareciera haberse intensificado y ya sudaba entera. Llegue al apartamento que tanto le había tomado cariño y me fui directo a mi habitación. Ya no estaba el típico desorden de libros por todos lados, resaltadores, hojas con materia llena de aprender y carpetas con miles de significados y conjugaciones en diferentes idiomas.

La luz que perdimos\\luz-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora