Más allá de un roce.

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Capítulo 11/Adrik.

Me dio demasiada gracia el hecho de que Miranda haya llegado llorando a mi oficina por algo que le dijo Kenz, conociendo a Mackenzie le tuvo que haber dicho algo cruel y verdadero, lo que si me enfureció fue el hecho de que estuviera inventando chismes sobre Kenzie, cosas que sabía que no eran ciertas y que ella nunca haría.

Fue algo impulsivo agarrar a Mackenzie de su cintura y susurrarle en el oído pero no me arrepiento de haber visto su reacción, su piel erizada y cuando se empezó a morder su labio. Había pasado un poco más de una semana desde lo que paso con Miranda, he querido preguntarle qué fue lo que paso pero no he tenido tiempo ya que el trabajo me toma todo mi tiempo y todos en la empresa están igual. Pero hoy por fin le iba a preguntar.

—Anita.—apreté el botón y hable por el citofono—llama a Miranda por favor.

—Al instante, señor Mires.

Al poco tiempo entro a mi oficina.

—¿Me llamaste?—preguntó animada, pensaba que era para otra cosa.

—Si.—se sentó frente a mí y la quede mirando antes de preguntarle—¿qué fue lo que te dijo Mackenzie?, hace una semana.

—¿De verdad me llamaste para preguntarme esa mierda?—el rostro le cambio automáticamente, se levantó enfurecida y empezó a caminar hacia la puerta pero yo fui más rápido y me puse al frente de ella.

—Dímelo.—se cruzó de brazos.

—¿Qué gano yo con eso?

—¿No vas a hablar?—negó con su cabeza—bien.

Camine hacia mi escritorio, toque en interruptor que tenía bajo este para dejar la puerta con llave, para que Miranda no huyera y toque el botón del citofono. Puse el interruptor solo para que Anita no se levantara cada vez que le ponía seguro a la puerta o cuando se lo pedía y ahora me sirve de maravilla.

—Anita llama a Mackenzie, por favor.

—¿Qué estás haciendo?—dijo Miranda mientras intentaba abrir la puerta. Se le había descompuesto el rostro al escuchar el nombre de Mackenzie.

—Ver si me dices la verdad.

Mientras Miranda intentaba escapar unos pequeños toquecitos se escucharon en la puerta y ella se alejó de está mirando alrededor de la oficina como si hubiera otra salida, quizás estaba pensando en romper una ventana con una silla y saltar por ella porque no quitaba la mirada de una que estaba alrededor de la mesa redonda que estaba dentro de mi oficina, nuevamente moví el interruptor bajo mi escritorio para dejar entrar a la persona tras la puerta.

—Adelante.—Miranda me mataba con la mirada pero yo solo la ignoraba, se abrió la puerta mostrándome a Mackenzie con una de sus cuantas prendas de trabajo que me volvían como un maldito depravado.

—¿Me necesitas?—me preguntó con la espalda apoyada en la puerta después de cerrarla y yo apoyé mis manos en mi escritorio.

—Miranda te doy la posibilidad de que me digas lo que te dijo Kenz, y veremos al instante si es verdad o no.—Mackenzie agacho su cabeza mientras apretaba sus labios aguantando la risa.

—Si me quieren humillar, los deja muy mal posicionados a ustedes.—nos apuntó a los dos con su dedo índice.

Con Mackenzie nos miramos con una mirada de complicidad.

—Solo quiere saber lo que sucedió Miranda.—le dijo Kenz con voz tierna que sabía que era totalmente falsa—yo creo que todo jefe quiere que las aguas estén calmadas entre sus trabajadores, así que vamos dile, ¿qué fue lo que te dije para que te pusieras como una magdalena?—a veces me sorprendía la maldad de esta mujer.

La luz que perdimos\\luz-2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora