El hijo de unos importantes Yakuzas a desaparecido, no se sabe su paradero y lo mas probable es que esté siendo torturado ahora mismo.
-¡Omi-Omi, veamos barbie! -
Si, definitivamente estaba siendo torturado de la peor forma probable.
-que sea barbie...
El imperio de la familia Sakusa, se dicen muchas cosas de aquella familia y de las cuales solo tres están confirmada, la primera es que la familia sakusa fueron los primeros Yakuzas en la historia japonesa, la segunda es que hasta el día de hoy siguen siendo temidos y respetados, la tercera y última es que su arma secreta es un joven de veintiséis años que comenzó a defender el honor de su familia con tan sólo ¡doce años!, posee unos ojos oscuros demoníacos, posee dibujos en su cuerpo y dicen que sí te lo topas una vez es como ver al mismo diablo en persona.
-mi pobre hijo-el jefe de la mafia miraba el retrato de su hijo, ese del cual le había perdido el rastro hace un par de meses -¡Mierda!-golpeó el escritorio.
Si tan solo no lo hubiese mandado a esa misión en la otra ciudad japonesa, fue una emboscada por lo que escuchó, en donde su pobre hijo pagó las consecuencias de su alto temperamento.
La puerta se escuchó y con un suave adelante entraron dos personas con uniforme.
-¿tienen noticias? -ambos negaron-¿¡y se atreven a aparecer frente a mi sin nada que decir?!, ¡Busquen a mi hijo sino ustedes terminarán desaparecidos! -
El jefe de la mafia no podía dejar de pensar en lo mal que la debía de estar pasando su hijo, en las torturas que debe estar viviendo, Kyoomi era un chico bastante quisquilloso, orgulloso y grosero, así que realmente debe de estar sufriendo.
¿Cierto?
-¿no me dirás tu nombre? -sus ojos eran marrones pero no de unos normales, eran marrones casi miel o con destellos de oro, sus cejas eran de un color mucho más oscuro que su cabello rubio.
-No-murmuró ideando un plan de como escapar.
Su mente solo pensaba en el cuchillo de su bolsillo y en lo fácil que se le haría perforar la garganta del chico frente a él.
Se veía un tipo que no era de confiar.
-¿¡No?!, te salve la vida, es como mínimo que me digas tu nombre -
Tirar el cuerpo al mar y amarrarlo con algo lo suficientemente pesado como para que el cuerpo no flote.
-No-
Se movió un poco para comenzar su plan pero notó el fuerte dolor punzante en su cuerpo.
-Hey, no te muevas-en seguida el rubio corrió junto a él -tienes varias heridas y se te pueden abrir-miró preocupado su cuerpo sin despegar los ojos marrones de los dibujos infinitos del azabache.
-estoy acostumbrado -
Esas fueron las primeras dos palabras que el azabache le dijo al rubio y que parecieron hacerlo sonreír.
-¿tienes hambre? -preguntó emocionado -prepare un poco de sopa y... -
-No-desvío su mirada del rubio quien se mostraba levemente molesto pero esa molestia se esfumó cuando el sonido de las entrañas de sakusa pedían a gritos algo de comer.
-te traeré un poco, me quedó deliciosa... -con un delantal rosado de gatito se fue saltando a la cocina, tarareando una canción de princesas.
Lo ayudó a incorporarse y con una cálida sonrisa le entregó la sopa.
-Sabe a mierda-
Tres palabras, vamos evolucionando.
El rubio frunció el ceño y se levantó para luego tirarle de la oreja al azabache.
Fue extraño, nunca nadie le llamó la atención ni mucho menos le faltó al respeto, si tan solo pudiese moverse ya lo hubiese golpeado hasta matar.
-eres un maleducado, ahora come y calla-
El azabache bajó su mirada, se sentía como un perrito regañado.
-no me gusta la zanahoria-
El rubio luego de un gran sorbo de sopa se dirigió al azabache y le dio de comer el mismo.
-sino te comes la zanahoria no mejorarás, ahora abre la boca-
Con incontables arcadas, Sakusa terminó la comida.
-oye por cierto, debo ir a trabajar, tengo turno noche así que te quedaras solo-
-¿dejaras a un extraño en tu casa? -alzó su ceja y movió su cabeza para la derecha.
-si, no hay nada de importancia y aunque lo hubiese, no te puedes mover-
Oh, cierto.
-Bien, me debo ir... Los medicamentos te los tienes que tomar cada ocho horas excepto ese amarillo, eso te lo debes tomar solo una vez al día, mi numero está en la mesa por si necesitas algo y... -
-me llamo Kyoomi-susurró sin mirarlo a la cara.
-es un bonito nombre Omi-guiñó su ojo -espero encontrarte aun aquí al llegar del trabajo-.
N/A
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