Una Muerte Destinada

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—Omi, Yachi... Ella —se quebró en llanto —¡arruine tu cita! —Kyoomi alzó la mirada y su corazón se encogió.

—siempre lloras por tonterías—habló tomándolo de la nuca y acercandolo a él para que nadie lo viera llorar—algún día te secaras—su camiseta se comenzó a humedecer.

—ya te dije ¡Hip!, algún día te ahogaras en tus lágrimas ¡Hip! —Kyoomi comenzó a reírse, Atsumu sintió el pecho del menor vibrar.

—lo que digas señor Hip —se burló y tomó sus mejillas para seguido de eso apretarlas—¿te he dicho que te ves horrendo llorando? —sus respiraciones se mezclaban y pronto se comenzó a hacer más pesado respirar.

—mientes, yo siempre me veo sexy —habló mientras los pulgares del menor limpiaban sus mejillas.

—no veo la necesidad de mentir —Atsumu se amurró y decidió mirar hacia otro lado.

No era bonito escuchar que la persona que te gustaba te encontraba feo.

—pero... —habló—eres hermoso cuando sonríes, sobre todo con esa sonrisa arrogante que muchas veces me hace enfadar —Atsumu sonrió levemente.

—Buaaah, que guapo eres—cada vez el puchero de Atsumu de deshacía para ser desplazado por una sonrisa, esta vez tímida.

—Omi, lamento haber arruinado tu cita... Debiste de haber dejado que me llevarán detenido, me lo merecía—

Los ojos de kyoomi se veían distintos, brillaban y reflejaban distinto, como si la noche luego de milenios por fin tenga la compañía de las estrellas.

—si te hubiesen metido al calabozo yo hubiese ido contigo—hizo una mueca—jamás dejaría que te relacionarás con esa clase de gente y mucho menos durante una día casi completo —

—Hey—lo golpeó levemente en el hombro —siento que me estas subestimando, cuando era un jovenzuelo era todo un delincuente—

—¿a sí? —habló divertido mirando al rubio.

—¡si! —habló el rubio orgulloso de sí mismo —cuando chico iba con buzo los días de uniforme y me mantenían en Biblioteca, también pedía prestado lápices y me olvidaba de entregarlos, una vez extravié un libro de la biblioteca y culpe a Osamu —

—wow, detengan a ese delincuente—ironizó el azabache —es un peligro para la sociedad —se puso a reír esta vez tapando su sonrisa con su puño.

—una vez me olvide pagar algo del supermercado y también enpuje a un niño pequeño —Kyoomi comenzó a reír con fuerza y Atsumu no podía estar más avergonzado.

—¿que más hiciste?, pateaste a una pobre anciana —

Atsumu hizo una mueca

—no, pero una anciana me pateó a mi —

Kyoomi comenzó a tirarlo y recien allí cayó en cuenta que las manos del azabache dejaron de estar hace varios minutos en sus mejillas, esta vez estaban en su cintura.

—vieja estúpida —comentó el azabache y el rubio sólo se dejó llevar por los leves movimientos del azabache.

—¡si y encima me comenzó a insultar y el idiota de Osamu me miraba decepcionado!—su corazón dio un vuelco cuando terminó sentado en el regazo del azabache.

—¿Omi? —tartamudeo sorprendido cuando el azabache se oculto en su cuello.

—creoqueestoyenfermo—murmuró y Atsumu se sobresalto.

—Omi, vamos al hospital puede ser grave —se iba a levantar pero el menor hizo más presión, apegándolo más a su cuerpo.

—no estas comprendiendo—bufó—lo que quiero decir es que... —tomó aire y voz amenazó en quebrarse, se sentía tan indefenso y lo odiaba.

—no me digas—habló el rubio levantándose—tengo que asimilarlo primero —

Kyoomi bajó la mirada sintiéndose culpable mientras que el rubio intentaba controlar aquellas emociones.

El era enfermero,estaba destinado a ver gente morir todos los días pero no estaba preparado para ver a gente que quería morir.

Una punzada atravesó su pecho y comenzó a arder allí.

Los ojos tristes de Kyoomi se mostraban arrepentidos y culpables.

—prometiste que jamás me ibas a dejar —habló el rubio intentando tomar una postura más relajada aunque sus hombros se mantenían tiesos.

—y no pienso hacerlo —dijo confundido —jamás e roto mis promesas—

—¡mientes!, solo quiero que no tengas miedo de mi reacción yo no me iré de tu lado —

—no entiendo a que va esto... —

Hubo un silencio en el que solo la fría brisa de la noche era testigo de que todo estaba recién empezando.

—si tienes una enfermedad terminal deberías decírmelo —

Sakusa se quedó boquiabierto.

¿Tanto dio para malinterpretar?.

—Atsumu —habló arrodillandose frente al rubio y apoyando su palma derecha en su pecho y con la otra tomando la mano del rubio  —estoy enamorado y te responsabilizo totalmente a ti de estas emociones que no puedo controlar... ¡Demonios!, solo quiero besarte—.

“es injusto amar algo y tener que dejarlo ir, Atsumu, daría mi vida por solo ser un hombre amado por ti... Por favor Dios, solo una última vez dejame intentarlo sino funciona dejaré de insistir y afrontare las consecuencias de mi destino”.

¡Sakusa es Yakuza! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora