Yakuza Terco

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-No-cortante y serio-es un no rotundo-se intentó levantar pero un pinchazo se sintió en su abdomen.

-¿por qué no?, ya lo hice una vez mientras estabas inconsciente-habló Atsumu echándose para adelante.

-si hubiese estado despierto hubiese sido contra mi voluntad, no definitivamente no-

-las heridas se te infectaran, ¿por qué no quieres que lo haga?, soy enfermero y uno de los mejores aunque el tonto doctor Terushima diga lo contrario-

Sakusa miraba a la pared, parecía un niño haciendo una rabieta.

-no quiero que me veas desnudo-

Atsumu rodó los ojos.

-soy enfermero, Kyoomi, le e visto la vagina infectada a una abuelita, ¿crees que me dará asco tu cuerpo?, aparte que ya lo vi o bueno, tu abdomen lo vi así que... Afirmate de mis hombros y vamos al baño, lavare ese kimono y te prestare algo de ropa, vamos no seas terco-

Sakusa se sentía un cerdo sucio pero prefería apestar antes de que lo viesen inválido y sucio, lastimosamente Atsumu no era una persona con temor a la muerte y le obligó a desnudarse frente a él.

-si quieres me tapó los ojos para que... -

-¡No soy una chica! -gruñó quitándose el kimono que se encontraba tieso por el uso y cojeando fue al baño, allí se adentró y esperó al rubio quien se arremangó la sudadera y se acunclilló cerca de la tina.

-no te sobre exijas, tu solo lava tus partes íntimas y yo haré lo demás-

Sakusa bufó y comenzó a hacer pataletas de que no quería su ayuda, que el podía bañarse sólo pero cuando Atsumu lo dejó solo este casi se ahoga.

-no sabía que tenías tantos tatuajes-susurró tallando su espalda con una esponja -¿cuantos son aproximadamente? - sonrió levemente al ver uno que otro lunar entre las líneas del tatuaje grande que llenaba su espalda.

-veinte, ¿cincuenta?, no lo sé, perdí la cuenta a los veinte años-las manos de Atsumu comenzaron a masajear su cuero cabelludo y eso lo relajó de forma increíble.

-¿te gusta kyoomi? -susurró en voz baja.

El azabache se encontraba como un perrito apuntó de dormirse a diferencia de hace pocos minutos en los que se encontraba insultando al patito de juguete.

-iré a buscar la crema de afeitar y el piyama -corrió del baño despertando de forma exaltada al azabache que lo buscaba por su campo de visión.

A los segundos volvió y se sentó en el borde de la ducha, elevó el mentón del azabache y con suma delicadeza llenó de espuma su barba, quitándola con el rastrillo y formando un nuevo rostro, mucho más joven y dejando más en claro las facciones del chico.

No es que no fuera guapo con barba(no por nada decidió ayudarlo) pero sin barba sobrepasaba sus límites.

Sus ojos negros se fijaron en el, su mandíbula se encontraba tensa y la manzana de adán subía y bajaba.

-¿cuántos años tienes kyoomi? -sus dedos acariciaban la suave piel de su mentón.

-veintiséis -.

Se alejó completamente.

-¡Ja!, soy un año mayor que tu -le sonrió con esos aires de superioridad

-pff... Lo dices como si fuera la gran cosa -se burló

-que malo eres, siempre quise un hermano menor... No es que no lo tenga, Osamu es menor que yo, pero no cuenta fueron unos minutos de diferencia...-

-¿tienes un hermano gemelo? -alzó su mirada para verle directamente a los ojos, Atsumu tallaba ahora sus brazos.

-si aunque no nos parecemos en nada, yo soy más amable, cariñoso, gracioso, divertido, sociable, el es el gemelo malo cuando chico yo lo encerraba en el sótano por feo y porque había visto el capitulo de los Simpson en donde Bart tenía un hermano gemelo que era malo así que yo opte por encerrarlo y... -

-¿los Simpson? -habló el azabache mirando sus manos.

-si, los dibujitos amarillos... Es un clásico de los ochenta-habló emocionado

-no los conoz... -

-¿¡COMO ES POSIBLE QUE NO HAYAS VISTO AUNQUE SEA UN CAPÍTULO?!, es imposible -le gritó en la oreja horrorizado.

-no consumo mucha televisión -Atsumu lo observó unos cuantos segundo antes de sonreír.

-perfecto, haremos maraton –golpeó su espalda de forma amistosa y se fue saltando hasta la sala de estar, Sakusa reposó su cabeza en la pared mientras suspiraba.

Su cuerpo se sentía tan pesado y fatigado, normalmente Sakusa estaba acostumbrado a esta clase de cosas pero esta vez le había afectado más de lo que el esperaba.

—maldición—gruñó, por poco y perdía la vida en aquel accidente.

Jamás creyó que el ángel que lo salvo de una muerte segura era el mismo que lo tironeaba y saltaba emocionado por ver una maraton de dibujos animados.

Sakusa no creía para nada que el enfermero fuera atractivo, no, para nada. No es como si su personalidad lo pusiera nervioso, no es como si su brutal sinceridad lo dejara sin palabras y su absurda terquedad lo lograse convencer de cualquier cosa.

Sin duda Atsumu miya era la persona mas peligrosa que Sakusa a tenido que confrontar.

Sus pensamientos se apropiaron de él y él cuerpo del rubio apoyado en su brazo fue lo que lo trajo nuevamente a la realidad, una realidad en donde el chico rubio se había quedado completamente dormido en su brazo y que provocaba una punzada dolorosa en su brazo, era cosa de moverse un poco y dejarlo caer pero no podía, tal vez porque prefería que el rubio no arruinara el ambiente de paz o porque los gestos del rubio al dormir le hacían sonreír de forma involuntaria.

¡Sakusa es Yakuza! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora